En la mañana del 14 de octubre de 2021 un cohete Soyuz-2.1b con una etapa superior Fregat-M lanzado desde el cosmódromo de Vostochni ponía en órbita el decimoprimer lote de satélites para acceso a Internet de OneWeb, formado por 36 unidades. Con esto ya son 358 los satélites que la empresa tiene en órbita, más de la mitad de los 648 que piensa lanzar para la primera fase de su constelación. Y ya piensa en los satélites de segunda generación de la constelación.
Los satélites OneWeb actuales ofrecen conexión a Internet desde cualquier del lugar mundo, o lo harán cuando la constelación esté completamente desplegada; por ahora comenzarán a dar cobertura por encima de los 50º de latitud en diciembre de este año y esperan darla en todo el mundo a finales de 2022 cuando se haya completado el lanzamiento de los 648. Pero para los de segunda generación quieren incorporar más servicios, entre ellos un sistema de de navegación que permita compensar el hecho de que el Reino Unido ha quedado fuera del sistema de navegación Galileo a causa del Brexit; y se habla también de que incorporarán enlaces ópticos entre satélites –al estilo de los más recientes de SpaceX– para acelerar el tráfico que tenga que circular entre ellos.
Hablan de lanzar un satélite que monte cargas útiles de prueba de la segunda generación en 2022. Pero su despliegue no comenzaría hasta dentro de unos años, cuando esté decidida la plataforma y los servicios que va a ofrecer. Lo que ya ha pedido OneWeb es permiso para expandir su flota hasta los 6.372 satélites.
Eso sí, aunque a principio no lo decían tan claro desde hace unos meses OneWeb ha aclarado que se ofrecerá su servicio principalmente a empresas, gobiernos, incluyendo ministerios de defensa y similares, los operadores de telefonía, y las agrupaciones de comunidades, más que a los clientes domésticos individuales a los que se dirige principalmente su competidor Starlink. Así que no se harán mucha competencia.
Ambas son, por cierto, las dos mayores operadoras de satélites del mundo. Y fuente de no pocos quebraderos de cabeza para quienes se dedican a la astronomía o simplemente les gusta un cielo oscuro de verdad. Pero poco se puede hacer por ahora más que recurrir a la buena voluntad de las empresas para que intenten mitigar el brillo de sus satélites voluntariamente ya que no están obligados por ninguna ley.
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