Por @Wicho — 4 de agosto de 2022

Impresión artística de un Sentinel-1 en órbita con la Tierra al fondo – Unión Europea / Programa Copérnico
Impresión artística de un Sentinel-1 en órbita – Unión Europea / Programa Copérnico

El pasado mes de diciembre de 2021 el radar del satélite medioambiental Sentinel-1B dejaba de funcionar. Todos los esfuerzos por volver a activarlo desde entonces han resultado infructuosos. Así que a la Agencia Espacial Europea (ESA) no le ha quedado más remedio que darlo por perdido.

El grupo de trabajo que ha estado intentando recuperar el satélite cree que origen del fallo está en un par de condensadores de la fuente de alimentación del radar que hubo que sustituir durante el proceso de pruebas. Son redundantes, así que basta con que funcione sólo uno de ellos. Pero creen que la forma en la que fueron soldados los puede haber dañado y que por eso fallaron antes de lo previsto: lanzado en abril de 2016, el Sentinel-1B está diseñado para una vida útil de siete años pero no ha llegado a los seis. Hace no muchos años diríamos que no está mal, pero ahora lo normal es que los satélites duren mucho más de lo previsto. La (otra) mala noticia es que al Sentinel-1A se le hizo la misma reparación, así que desde el control de la misión se andan con pies de plomo por si acaso.

Los Sentinel-1 usan un radar de apertura sintética de banda C para obtener imágenes de las superficies terrestre y oceánica de Europa, Canadá y las regiones polares casi en tiempo real, en cualquier momento del día o la noche. Y en todas las condiciones meteorológicas, pues el radar permite observar a través de nubes y en la oscuridad. Esas imágenes permiten detectar y vigilar vertidos de crudo y su evolución, estudiar las banquisas de hielo, detectar los desplazamientos de la superficie de la tierra, analizar los usos del terreno, e incluso contribuir a la navegación marítima con su capacidad de detectar embarcaciones.

Glaciar Austfonna
El Glaciar Austfonna es el protagonista de la primera imagen obtenida por el Sentinel-1B tras su lanzamiento – Contains modified Copernicus Sentinel data [2016], processed by ESA

Así que sin radar el Sentinel-1B pues como que ya no sirve de nada.

La buena noticia es que el resto de los sistemas de a bordo siguen funcionando, así que la ESA planea llevar a cabo una reentrada controlada del satélite para que, al menos, no ocupe espacio.

Ahora la prioridad pasa a lanzar cuanto antes el Sentinel-1C. Estaba programado para despegar en un Soyuz ST desde el espaciopuerto europeo de Kourou. Pero la espantada de Roscosmos a causa de las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania ha obligado a pasar su lanzamiento al recién estrenado Vega-C. En principio, el la primera mitad de 2023. Así que la ESA va a ver si consigue hacerle un hueco antes, incluso antes de que termine 2022.

Está también contratada la construcción y lanzamiento del Sentinel-1D. La idea era tener cuatro satélites operando al tiempo en la misma órbita pero en posiciones separadas 90 grados, lo que divide por cuatro la frecuencia con la que se puede observar un punto concreto de nuestro planeta respecto a lo que es posible con uno solo. Así que habrá que ver si se contrata la construcción del 1E para sustituir al satélite perdido.

Los datos que obtienen las distintas misiones Sentinel son públicos y son usados tanto por el programa Copérnico, una red de vigilancia medioambiental que mantiene bajo observación la superficie de la Tierra, los océanos, y la atmósfera con el objetivo de poder contribuir a la toma de decisiones ambientales y de seguridad y que da acceso público a toda la información que recoge, como por otros usuarios. Hay unos 30.000 usuarios de todo el mundo que ya se han descargado productos Copérnico.

(Vía Space News).

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