La empresa estadounidense Rocket Lab acaba de inaugurar una fábrica en Auckland, Nueva Zelanda, en la que es capaz de recibir, probar, y ensamblar los componentes de un cohete Electrón en una semana.
Los 7.500 metros cuadrados de la nueva fábrica no sólo incluyen las instalaciones necesarias para ensamblar los Electrón sino que además alberga la sala desde la que se controlarán los lanzamientos en el Complejo de lanzamiento 1 de la empresa, situado en la península de Mahia en Nueva Zelanda y también los del Complejo de lanzamiento 2, que estará en los Estados Unidos.
El Electron, con 17 metros de alto, 1,2 de diámetro, y un peso al lanzamiento de 12.250 kilos, es un cohete de tres etapas construido íntegramente en fibra de carbono y con un motor impreso en 3D que utiliza bombas eléctricas para mover el combustible en lugar de las turbobombas a gas de los cohetes más grandes. Está pensado para colocar cargas de entre 150 y 255 kilos en órbita sincrónica al sol, un segmento de mercado con gran demanda. Su gran ventaja, al menos según el fabricante, es que no hay que esperar turno como carga secundaria en un lanzamiento de un cohete más grande. El precio, de unos 4 millones de dólares por lanzamiento, también es atractivo.
La empresa ha anunciado también que sigue apuntando a principios noviembre para el lanzamiento de su segunda misión comercial, que tuvo que posponer porque el controlador de uno de los motores no se comportaba de modo adecuado, con lo que decidieron rediseñarlo y certificar para el vuelo el nuevo diseño.
La empresa está en Twitter como @RocketLab.