Por @Wicho — 23 de agosto de 2018

Despegue de Aeolus

Tras un lanzamiento sin problemas por parte del duodécimo cohete Vega de Arianespace el satélite Aeolus de la Agencia Espacial Europea ya está en órbita, con sus paneles solares desplegados, y en comunicación con el control de la misión.

Ahora viene una fase de cuatro meses de puesta en marcha y pruebas antes de que se de oficialmente por su misión, que tiene una duración prevista de tres años. Durante ella Aeolus tomará mediciones de la velocidad del viento entre la superficie y los 30 kilómetros de altitud sobre todo el planeta, unos datos de los que hasta ahora nunca habíamos podido disponer porque, simplemente, no hay estaciones de medición sobre la mayor parte del planeta, y mucho menos en zonas remotas y océanos.

En órbita

Aladin es el único instrumento que va a bordo de Aeolus y está formado, grosso modo, por un láser ultravioleta y un telescopio Cassegrain de un metro, que es lo que se ve apuntando hacia la Tierra en la imagen anterior. Para obtener las mediciones de velocidad del viento Aladin dispara pulsos láser hacia la Tierra y el telescopio recoge los rebotes que se producen cuando el láser choca contra moléculas de aire, gotas de agua, o partículas en suspensión. Aladin es tan sensible que es capaz de medir la velocidad a la que se mueven esas moléculas, gotas o partículas a partir de la variación en la frecuencia de las señales del láser que produce su velocidad.

El funcionamiento es similar al de las pistolas láser que utiliza la policía para medir la velocidad de los coches. Pero llevar esa tecnología al espacio y hacerla capaz de detectar los rebotes producidos por cosas tan minúsculas no ha sido sencillo: la misión fue propuesta por primera vez a mediados de la década de los 90 pero hasta hace poco no era realizable porque simplemente no disponíamos de la tecnología adecuada.

Los datos de Aeolus se incorporarán a los modelos que usan los meteorólogos para predecir el tiempo.

Aeolus, por cierto, no forma parte del Programa Copérnico de la Unión Europea sino del programa de observación terrestre de la Agencia Espacial Europea, aunque por supuesto nada impide que sus datos sean combinados con los de instrumentos como los del Sentinel 5P, por ejemplo, que mide la contaminación atmosférica, para estudiar la distribución y circulación de aerosoles que pueden afectar a la salud.

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