El Solar Orbiter, la misión de la Agencia Espacial Europea con destino al Sol, ha dado un importante paso adelante con el fin de las pruebas térmicas del modelo de vuelo. El prototipo de modelo de vuelo, o proto flight model (PFM) está construido con las mismas especificaciones que la sonda que se lanzará al espacio pero se le somete a condiciones que van más allá de las que se supone que tendrá que soportar el hardware que finalmente se lance al espacio.
Así el PFM del Solar Orbiter se ha pasado unas semanas en una cámara térmica en las instalaciones de IABG en Ottobrunn (al ladito de Munich) para comprobar que los componentes soportarán las temperaturas a las que tendrán que verse expuestos en el espacio y que el escudo térmico cumple con su función.
En la cámara térmica – Airbus Defence and Space
Porque la órbita será altamente elíptica del Solar Orbiter lo llevará a acercarse a sólo unos 42 millones de kilómetros del Sol, lo que lo expondrá a unas 13 veces el calor que experimentan los satélites que orbitan la Tierra. Esto se traducirá en unas temperaturas de más de 500 ºC.
Durante la mayor parte de la misión un escudo de titanio protegerá el cuerpo del satélite pero durante algunas maniobras partes de su cuerpo quedarán expuestas directamente al Sol y su resistencia fue también probada en la cámara térmica girando el PFM para que esas partes quedaran directamente expuestas a las lámparas de la cámara.
El escudo térmico en primer plano. Tiene trampillas para que algunos de los instrumentos de a bordo puedan «ver» – Airbus Defence and Space
Si no hay más retrasos el Solar Orbiter será lanzado en 2020 y llegará a su órbita operativa tres años y medio después tras utilizar asistencias gravitatorias de la Tierra y Venus para modificar su trayectoria. Otra serie de asistencias gravitatorias de Venus permitirán ir aumentando la inclinación de su órbita con respecto al ecuador solar hasta alcanzar 25º al final de los siete años previstos inicialmente para la misión. Aunque si la sonda sigue funcionando llegará hasta los 34º en una eventual misión extendida.
Esta inclinación fuera de la eclíptica nos permitirá ver los polos del Sol, algo que muy raramente vemos. Y la órbita del Solar Orbiter está diseñada para poder seguir la rotación del Sol, con lo que podrá mantener más o menos fija la mirada de sus instrumentos, lo que nos permitirá estudiar cosas como la evolución de las manchas solares con un detalle nunca visto.
En total lleva a bordo diez instrumentos diseñados para observar la superficie del Sol y estudiar los cambios que se producen en el viento solar con el objetivo de estudiar cómo el Sol genera y «controla» la heliosfera, esa enorme burbuja de partículas que flotan alrededor de él y que el viento solar lanza hacia el sistema solar.
Por razones prácticas algunos elementos como los paneles solares y el brazo en el que van montados algunos de los instrumentos no estaban montados durante la prueba. Fueron montados durante el mes de enero y con el objetivo de someter al PFM a una serie de pruebas de compatibilidad mecánica y electromagnética.