Por @Alvy — 2 de diciembre de 2017

Voyager 1
Ilustración artística de la Voyager 1 en su viaje a los confines del espacio / NASA

La Voyager 1 –que anda lejos de narices a unos 21.000 millones de kilómetros de la Tierra– ha utilizado con éxito sus propulsores auxiliares para corregir la trayectoria. La sonda se lanzó hace 40 años, en 1977, pero desde hace 37 años no había vuelto a usar esos propulsores, básicamente porque ya se había observado que los principales de «control de actitud» habían perdido capacidad de empuje.

Lo que hicieron en la NASA fue reunir a un grupo de expertos a ver si podían reorientarla correctamente de alguna otra forma. La idea era utilizar unos componentes que no se habían usado en mucho tiempo, los propulsores TCM (de «maniobra de corrección de trayectoria») que son iguales que los propulsores de actitud en tamaño y capacidad y están en la parte trasera de la sonda. Desde que la Voyager 1 pasó por Saturno no se habían vuelto a usar.

Tras los cálculos se decidió probar la solución. La reorientación pudo hacerse mediante pulsos de 10 milisegundos; una maniobra de precisión sobre todo teniendo en cuenta que las señales de control tardan 19 horas y 35 minutos en llegar a la sonda a la velocidad de la luz, de lo lejos que está. «Funcionaron como si el tiempo no hubiera pasado por ellos», dijeron los ingenieros.

La idea es repetir la exitosa operación con los propulsores de la Voyager 2 cuando llegue el momento. Con esta maniobra se añaden algunos años a las vidas útiles de las sondas, orientándolas correctamente para que puedan seguir emitiendo y recibiendo señales desde la Tierra, aunque estén en el quinto pino.

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