Con el lanzamiento de un lote de 52 satélites Starlink el pasado 10 de agosto, SpaceX superaba la barrera de los 3.000 satélites de la constelación de acceso a Internet puestos en órbita. Y desde entonces ya ha lanzado otros 46 más.
La barrera de los 1.000 la había superado en enero de 2021; la de los 2.000 en enero de 2022. Pero la gran cadencia de lanzamientos que lleva –en julio batía su récord de lanzamientos anuales— le ha permitido necesitar poco más de seis meses para llegar a los 3.000.
Starlink es, desde hace tiempo, y con diferencia, el mayor operador de satélites del mundo, muy por delante de otras organizaciones o países; le siguen los Estados Unidos, que descontados los de Starlink, tiene unos 2.000 satélites en órbita; Rusia, que contando los heredados de la URSS, anda por los 1.500; y China, que cuenta con unos 550. Aunque es posible que el Reino Unido adelante a China en no mucho tiempo con los satélites de OneWeb, otra constelación de acceso a Internet.
De todos modos, de los más de 3.000 satélites Starlink lanzados, y según las estimaciones de Jonathan McDowell, pues SpaceX no da estos datos, «tan sólo» unos 2.758 están en funcionamiento; el resto o bien han fallado y aún están en órbita o ya han reentrado en la atmósfera.
Impresión artística de satélites Starlink en órbita – SpaceX
En cualquier caso, con las iniciativas para crear constelaciones de miles y miles de satélites, básicamente para dar acceso a Internet, las cifras actuales pronto se quedarán en «nada». La misma SpaceX tiene previsto lanzar unos 4.400 satélites para completar la primera fase de Starlink, aunque habla de unos 42.000 en total si no hay cambio de planes. Los planes de OneWeb son de poner 648 en órbita para completar la primera fase de su constelación, aunque en su momento hablaban de llegar hasta unos 4.000; China, por ejemplo, tiene planes para lanzar una constelación similar formada por 13.000 satélites.
Esto va a requerir que las empresas y países que los lancen se tomen muy en serio el asunto de la mitigación de la basura espacial que creen, asegurándose, por ejemplo, de que al final de la vida útil de un satélite se pueda quitar de en medio sin dejarlo en órbita sin control; y también es un asunto sin arreglar el impacto que el brillo de todos estos miles de satélites van a tener sobre el cielo oscuro y las observaciones astronómicas, ya sean profesionales o por placer. Aunque en este sentido tanto OneWeb como Starlink parecen estar dispuestas a trabajar en mitigar el problema.
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