Por @Wicho — 24 de febrero de 2020

Después de más de un año intentando que penetre en la superficie de Marte al equipo del «topo» de la sonda InSight de la NASA se le van acabando las opciones. Así que van a intentar que la pala de la sonda presione la parte posterior del topo, algo que habían estado evitando hasta ahora.

Conocido formalmente como HP3, de Heat Flow and Physical Properties Package, paquete de propiedades físicas y flujo de calor, el «topo» es uno de los dos instrumentos principales de la misión. Se trata de una sonda dotada de un mecanismo percutor que le debía haber permitido introducirse hasta cinco metros bajo la superficie de Marte. Lleva un sensor de temperatura en su extremo además de sensores cada diez centímetros en el cable que la une a su «estación base». La idea es que esos sensores, unidos a otro en la superficie que permitan estudiar la conductividad térmica de la corteza marciana, aunque sea a un nivel muy local.

Pero a pesar de todos los intentos hechos hasta ahora el topo apenas ha conseguido introducir su cuerpo en la superficie. Y lo mínimo que necesitan es que entre tres metros.

En los últimos intentos, en los que la pala apretaba por un lado, el topo terminó por ser escupido hacia atrás a pesar de que al principio había conseguido avanzar. El equipo del instrumento cree que es debido a la presencia de una capa compactada de rocas pequeñas bajo el polvo de la superficie. Esto dificulta los esfuerzos del topo y hace que se mueva un poco de lado. Estos movimientos de lado amplían el agujero en el que está, permitiendo que entre polvo hacia al fondo. Y este polvo en el fondo va ocupando cada vez más, lo que lo hace salir de nuevo hacia fuera. Han tenido la mala suerte de encontrar un tipo de suelo distinto a todos los que habíamos encontrado hasta ahora en Marte.

Así que sin forma de cogerlo para intentar «pincharlo» en otro sitio y ya casi sin opciones el equipo ha optado por intentar presionar directamente en la parte superior del topo a ver si así consiguen romper la capa dura que creen que le está impidiendo avanzar. El problema de esto es que un desplazamiento de la pala puede cortar, aunque sea parcialmente, el cable que lo une al aterrizador. Y eso sería definitivamente el fin del instrumento.

Claro que en la situación en la que se encuentran ahora mismo es un poco como para decir aquello de que de perdidos al río e intentar esta opción; un topo en la superficie tampoco les sirve de nada por mucho que conserve intacto su cable.

Van a hacer pruebas hasta finales de marzo para ensayar la forma de colocar la pala antes de intentarlo definitivamente; también es posible que intenten rellenar la holgura del hueco echando polvo dentro con la pala.

A ver si tienen mejor suerte con esta arriesgada estrategia. Pero la cosa, lamentablemente, pinta mal.

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