Tal y como explican en Aurora Photos: Reality vs. Expectation (PetaPixel) lo que realmente a través de nuestros ojos los humanos cuando tenemos delante el fenómeno natural de las auroras polares poco se parece a lo que solemos ver en fotografías y películas. La razón es simple:
Lo que vemos en las fotos no es lo que vemos con el ojo desnudo – Nuestros ojos tienen dos tipos de células fotorreceptoras: los conos y los bastoncillos. Los conos son los encargados de los detalles y el color pero no sirven de gran cosa si no hay mucha luz. Los bastoncillos, en cambio, son capaces de procesar la luminosidad de las imágenes mucho mejor, pero NO procesan demasiado bien los detalles ni el color.
El resultado es que en situaciones de oscuridad tendemos a ver las cosas en monocromo / blanco y negro.
Como la foto de la izquierda, en otras palabras.
El caso es que lo que solemos ver en las fotografías y películas de espectaculares auroras es el resultado de la captación con alta sensibilidad o larga exposición, combinado con procesamiento muy detallado de las imágenes y una extracción y potenciación de los colores subyacentes. El resultado: amplias gamas de vívidos y llamativos colores y detalles que en muchas ocasiones incluyen no solo la propia aurora sino también las más pequeñas estrellas del fondo celeste – que con el ojo desnudo ni siquiera alcanzaríamos a apreciar, ni con aurora ni sin ella.
Este decepcionante efecto me recordó a lo que sucede con el brillo de las estrellas y sobre todo con el tamaño y espectacularidad aparente de las galaxias, algo que nos proporcionaría un espectáculo nocturno glorioso… si no fuera porque sencillamente nuestros ojos no tienen suficiente sensibilidad como para verlo.
Montaje: Tamaño aparente de la Galaxia de Andrómeda y la Luna
Las fotografías de Galaxias que vemos están tomadas con sensores de larga exposición a lo largo de varios minutos o incluso horas. Así que en el caso de los espectaculares colores de las auroras, ya sea en fotografías, vídeos o películas, lo que se nos muestra en una especie de versión mejorada de un espectáculo que, pese a todo lo bello que es, no cumple ni de lejos con las expectativas.