Por @Wicho — 24 de marzo de 2018

¿Un futuro ingniero aeroespacial?

Una estatua de Lenin estropeada

Entre 1960 y 1999 Masha Ivashintsova tomó más de 30.000 fotos de la vida cotidiana de Leningado –ahora, de nuevo, San Petersburgo– pero nunca se las enseñó a nadie. La mayoría de sus fotos fueron hechas con una Leica IIIc y una Rolleiflex en película Svema.

Pero nunca las compartía con nadie, tan siquiera con su propia familia. Y no fue sino hasta finales de 2017 –años después de la muerte de Masha en 2000 a los 58 años de edad– cuando el marido de su hija Aysha encontró la enorme colección de negativos, algunos aún sin revelar, mientras limpiaba un ático.

Es muy curioso que, estando como estaba tan metida en la vida cultural de su ciudad –era crítico teatral– Masha se guardara esas fotos para ella. Pero dice su hija que probablemente era porque no se veía como nadie importante, y para ello cita esta frase de uno de sus diarios:

Masha

He amado sin memoria: ¿no es eso un epígrafe del libro, que no existe? Nunca tuve un recuerdo para mí, sino siempre para los demás.

Aysha y un grupo de amigos está ahora intentado sacar a la luz tanto en la web enlazada al principio de esta anotación como en una cuenta de Instagram y están dispuestos a hablar con quiera montar una exposición sobre el trabajo de Masha.

La comparación con Vivian Maier, la niñera estadounidense que se pasó más de 40 años haciendo fotografías sin enseñárselas prácticamente a nadie es inevitable.

(Vía Ana Ribera).

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