Por @Alvy — 19 de agosto de 2022

Harbor Digitizing - Nomadic Research Labs

Steven K. Roberts heredó una colección de películas de 8mm de su padre filmadas durante casi 50 años. Se dedicó a digitalizarlas la máxima calidad posible, y con lo que aprendió decidió ofrecer sus servicios al público, convirtiendo la afición en negocio. Pronto amplió los formatos: Super 8, 35mm, diapositivas, negativos, Beta, VHS, 2000… y así con todos los formatos que pudo encontrar comprando poco a poco diverso equipamiento. Al final acabó siendo capaz de digitalizar «cualquier formato casero inventado por la humanidad», y de ahí su título de Mago con una máquina del tiempo, según le denominaron en una pequeña revista, el Journal of the San Juan Islands,.

La labor de Roberts es peculiar e incluso diría que entrañable porque trabaja con un material único: los recuerdos únicos e irrepetibles de cientos de familias, escenas históricas y momentos irrepetibles. ¿Te has fijado en que siempre que la gente huye de un incendio o inundación intenta llevarse o lamenta haber perdido sus álbumes de fotos? Todo lo demás puede reemplazarse con dinero, pero para mucha gente la caja de fotografías o los vídeos familiares son irremplazables.

Me parece un trabajo encomiable y envidiable, además de satisfactorio, aunque resulta duro, muy manual, delicado y requiere mucho tiempo (si alguna vez has intentado escanear fotos o convertir vídeos lo sabrás). Yo hice un intento de digitalización completa de la historia familiar antigua y acabé montando una especie de caja de luz para poder «escanear» (fotografiar) fotos antiguas –la calidad de un iPhone o casi cualquier cámara es más que suficiente– y compré una capturadora de vídeo barata (~25€) que funciona sorprendentemente bien. Para las diapositivas no tengo una buena solución, excepto un escáner plano que es lentísimo y ocupa mucho espacio. En general la idea es tener una buena captura y si luego necesitas las fotos ya puedes meterte a cuestiones de retoque y reparación.

Roberts ofrece sus servicios en los Nomadic Research Labs, que toman su nombre de su actitud de «tecnómada». Según parece le gustan los inventos y en los años 80 creó una bicicleta computerizada, con red local y todo, que ahora está en el Computer History Museum de California. Con esa bicicleta podía ir de un lado a otro rodeado de tecnología, de ahí el peculiar término que combina tecnología+nómada.

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