Por Microsiervos — 12 de Mayo de 2017

Andy Grignon / Foto: (cedida)

Esta entrevista que nos ha cedido amablemente su autor fue publicada anteriormente en el diario Las Últimas Noticias.

Por Ignacio Molina

Andy Grignon es un ingeniero informático que formó parte del equipo que desarrolló el primer iPhone. En 1995, cuando estudiaba en la University of Iowa, llegó a Apple como becario. Y ahí se quedó más de 20 años. Su trabajo en la firma de la manzanita, donde participó en la creación de diferentes aplicaciones, le valió que Steve Jobs lo considerara para cocrear el teléfono que revolucionó las comunicaciones.

En Apple participó en el desarrollo de QuickTime Conferencing y QuickTime Streaming (prehistoria de la videoconferencia) y también de Dashboard (software que reúne las miniaplicaciones de los Mac), además de iChat y iSight (actual FaceTime).

¿Cuál fue tu participación en el desarrollo del primer iPhone, Andy?
Hice varias cosas. La primera fueron investigaciones que nos llevaron a crear ese teléfono. En Apple construimos varios prototipos que eran exactamente lo que la gente esperaba en ese momento: la funcionalidad de un teléfono ensamblado en un iPod. Y con un amigo desarrollamos ese software que cambiaba un iPod de modo iPod a iPhone. La rueda de clic, por ejemplo, cambiaba su función de reproducción y controlar el volumen a la de marcar los números del 0 al 9 y el abecedario para SMS. Era un sistema muy precario y sin pantalla táctil.

¿Cómo fueron esos años?
Estresantes: engordé 26 kilos. Aunque eso sólo fue un efecto secundario del ambiente de tensión que creamos entre 2004 y 2007, que entre otras cosas me supuso un divorcio. Steve Jobs era muy bueno en encontrar personas que estaban dispuestas a dar literalmente el 110%.

¿Qué tal fue trabajar con Steve Jobs?
Steve era un tipo complicado con el que trabajar. Guardo recuerdos dolorosos de las veces que lo defraudé y se enojó. También tengo algunos buenos momentos; aunque pocos, fueron increíbles. A veces se sorprendía con lo que su equipo había logrado y entonces nos transmitía una gran felicitación. Conseguir un pulgar arriba de Steve era genial; su desaprobación, en cambio, era la guinda de un pastel ya miserable.

A tu ex jefe los acusaban de apropiarse de las ideas de otros…
La mentalidad en Apple es que el pionero en construir algo no siempre es quien lo construye mejor. Una vez que ven a alguien hacer algo interesante, lo ponen en su radar. Si alguna vez inventamos productos similares a otros, fue porque eran buenas ideas y nosotros teníamos los recursos para llevarlas con éxito a la meta.

¿Y por qué entonces la batería del primer iPhone duraba tan poco?
Es que no sabíamos lo que estábamos haciendo. El iPhone fue nuestra primera entrada a un área de productos de los que no que sabíamos nada desde el día cero. Crear un teléfono fue difícil. Normalmente, cuando se hace una cosa nueva, se empieza con algo que ya funciona y luego se hacen cambios. Nada en el iPhone existía antes: ni el chip ni el sistema operativo. Que funcionara todo en conjunto fue casi un milagro. Si la batería duraba 15 minutos o 15 horas era irrelevante: ¡el punto era que el teléfono funcionaba!

¿Cuál ha sido el principal aporte de los smartphones?
Creo que tener un computador en el bolsillo es la mayor contribución. Y también el ambiente que crearon. Eso fue un resultado directo de los usuarios. Ellos querían aplicaciones geniales y también servicios públicos. Los desarrolladores se dieron cuenta y se abocaron a ello.

¿Pensaste qué los usuarios se harían tan dependientes de sus smartphones?
Si nos hubieran dicho que iban a estar tan enganchados a sus teléfonos, como nosotros durante el desarrollo, hubiéramos quedado impactados. Sólo pensábamos que estábamos construyendo el próximo iPod. Honestamente no estoy feliz, pero no es culpa del dispositivo. Pienso que como sociedad hemos elegido que nuestros smartphones sean más importantes que la persona que está sentada delante de nosotros. Me acuerdo de un almuerzo, para el Día de la Madre, en que levanté la vista de mi iPhone y mis hijos y ex esposa estaban inmersos en sus respectivos dispositivos. En ese momento me sentí mal por haber tenido responsabilidad en aquello. No era lo que yo quería para el futuro.

¿Cuál será la próxima revolución tecnológica?
Creo que tendrá que ver con la realidad aumentada. En mi primera experiencia pensé esto lo cambiará todo, sensación que había tenido antes con el iPhone. Creo que, sin embargo, las personas no verán de un modo tan obvio cómo la realidad aumentada cambiará sus vidas.

2007: el lanzamiento del primer iPhone

Andy Grignon / Foto: (cedida)«Yo estaba muy borracho: llevé una botella de whisky a la ceremonia en el Moscone Center. Recuerdo que cada miembro del equipo de desarrollo se tomaba un chupito después de presentar la aplicación que habían creado», cuenta Andy.

¿Y salió todo bien?
Para cada evento, no sólo los de iPhone, teníamos tres ejemplares de cada dispositivo en una caja por si alguno fallaba. Todavía teníamos muchos fallos tanto de software como de hardware. Fue muy estresante.

¿Esos teléfonos podían realizar llamadas?
Tuvimos que montar nuestra propia minitorre celular detrás del escenario para permitir que los iPhones pudieran llamar. El software era tan inestable que cuando el chip responsable de realizar llamadas se pegaba, la barra de cobertura quedaba en cero. Ese error ocurrió tan a menudo durante el desarrollo, que decidimos utilizar un modo que forzaba a mostrar siempre las cinco barras.

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