Aprovechando que se fundieron un par de bombillas en casa aproveché para sustituirlas por bombillas Hue de Philips. Soy consciente de que lo correcto –o al menos lo correcto desde el punto de vista del fabricante– es instalar este tipo de bombillas de tal forma que no se enciendan o apaguen con un interruptor tradicional sino mediante los interruptores de la gama, que hacen un apagado por software AKA poner el brillo a cero.
Pero como desde hace un tiempo se pueden controlar desde el móvil mediante Bluetooth decidí no adquirir ninguno de esos interruptores ni un Bridge, que es el controlador del sistema que lo dota de «inteligencia» y de la capacidad de que Alexa, Echo o HomeKit, por ejemplo, controlen las bombillas. Quería ver qué opciones tenía con las bombillas «a pelo». Las que compré pertenecen a la gama más básica con lo que se puede ajustar su brillo pero no su color.
Así que una vez emparejadas las bombillas con el móvil como primer ajuste básico desde la app se les puede poner un nombre para identificarlas. Luego –aunque tardé un poco en dar con ello– se puede establecer su nivel de brillo por defecto cuando las enciendes. Si se pudiera cambiar el color en las que he comprado también se podría establecer el color por defecto al encenderlas. De esa manera aunque las apagues físicamente con un interruptor al encenderlas volverán a los valores que hayas fijado por defecto.
Otra opción que da la app es la de definir Escenas con distintos ajustes como por ejemplo uno para cuando tienes personas a cenar en la sala, otro para ver películas y quizás un tercero para escuchar música o leer. Pero en la app, a diferencia de cuando usas un Bridge, cada escena incluye todas las bombillas que hayas asociado independientemente de en qué habitación estén instaladas. Así que resultan bastante inútiles.
Eso sí, es muy de agradecer que las bombillas se puedan manejar desde distintos móviles sin necesidad de irlas emparejando y desemparejando con cada uno. Así cada una de las personas que quiera cambiar sus ajustes puede usar su propio móvil sin necesidad de andar buscando un «móvil maestro».
Bluetooth venido a más
En realidad hace ya algún tiempo que compré las bombillas pero estaba esperando para escribir esta reseña a entrar en el programa de la versión beta de la app que permite algo más de control de lo que hacen las bombillas. Y vale que es una beta… pero no sé si la espera ha merecido mucho la pena.
Con la beta se pueden definir Hábitos que se aplican a bombillas en concreto y que van más allá de subir o bajar el brillo, cambiar el color y encenderlas o apagarlas. Supongo que irán añadiendo más pero por ahora hay tres clases de Hábitos: Ir a dormir, Despertar y temporizador.
El temporizador usa la bombilla que le digas para indicar el fin de una cuenta atrás haciendo parpadear la luz. Puedes guardar tantos temporizadores como quieras o simplemente editar uno que tengas guardado cuando necesites usarlo. Es una alternativa silenciosa a la alarma de un móvil y probablemente más eficaz que si lo tienes en modo silencio y te pierdes la vibración con la que te avisa del final de la cuenta atrás.
Ir a dormir y Despertar permiten, respectivamente, escoger una hora a la que la bombilla empieza a apagarse y cuanto tarda en hacerlo y la hora en la que quieres que la bombilla esté encendida y cuanto quieres que tarde en encenderse. Pero el control de las dos funciones es demasiado grueso. A partir de la hora fijada Ir a dormir va a bajar el brillo de la bombilla hasta apagarla del todo sin que puedas decirle que la deje en un brillo determinado; Despertarse, por su parte, la lleva a su brillo por defecto.
Pero además los tiempos de bajada y subida del nivel de luz sólo se pueden escoger entre 10, 20 y 30 minutos. Y las horas de programación son siempre las mismas para todos los días. Creo que como poco estaría bien poder escoger una hora de activación distinta los días de semana y los fines de semana; ya que se pudiera adaptar a la hora de anochecer y amanecer sería para nota. Aunque entiendo que para esto último el móvil tendría que pasarle la información a las bombillas cada cierto tiempo y no sé si cuentan con la capacidad de almacenamiento necesaria.
Insisto, de todos modos, en que es una beta 1.x de la app, así que hay margen de mejora. Otra cosa es si y cuándo serán implementadas estas mejoras.
¿Y bien?
Así que al final estoy usando más bien poco la supuesta inteligencia de las bombillas, aunque era algo con lo que contaba ya que, como explicaba al principio, tampoco he hecho la instalación necesaria para sacarles todo el jugo, en especial porque no he comprado un Bridge.
La bombilla de la lamparita que está sobre el mueble del recibidor está programada con un brillo por defecto del 50% y la encendemos y apagamos por la noche y la mañana según nos conviene a la espera de que la app permita –o no, ya veremos– una programación más flexible y acorde a nuestras necesidades.
La que cuelga sobre la mesa de la cocina está con un brillo por defecto del 100% y de nuevo la encendemos y apagamos a mano, aunque lo cierto es que no la usamos mucho porque está al lado de una ventana y hay otro conjunto de luces empotrado en el techo en otra parte de la cocina que generalmente da luz suficiente. Y cuando nos levantamos para ir a trabajar y todavía es de noche lo que hacemos es encender otras luces que están en la parte baja de las alacenas que ilumina lo suficientemente poco la mesa como para no sufrir mucho. De nuevo molaría poder hacer una programación más flexible –algo así como que el brillo se ajustara a un 25% cuando la encendemos por la mañana si aún no ha amanecido. Pero no se puede. Al menos, insisto, no por ahora.
Seguiré experimentando con ellas, quizás montando un Bridge adquiriéndolo en un sitio en el que pueda devolverlo si no me convence porque con él se pueden hacer muchas más cosas. Pero por ahora no sé yo cuánto me gusta eso de tener que darme de alta con un nombre y correo y luego aceptar los términos y condiciones de servicio para usar unas bombillas. Y eso por no hablar de tirarme literalmente horas esperando que se actualice el firmware.
Vivimos en el futuro, sí. Pero no todo son ventajas.