Desde hace tiempo los dispositivos de baja potencia, caso del teléfono móvil, se pueden cargar de forma inalámbrica, sin necesidad de cables. Sin embargo, a pesar de sus ventajas y comodidad, en la práctica el uso de la carga inalámbrica es poco habitual y de hecho casi ningún teléfono viene de fábrica con la posibilidad de carga inalámbrica.
La ventaja evidente de la carga inalámbrica es que basta con dejar el móvil sobre la base: no hay que pararse enchufarlo y no hay que pasar por los inevitables tres intentos de obligado cumplimiento hasta dar con la posición correcta del USB. En ese momento, y más si hay poca luz, es cuando más se aprecia la virtud del conector USB Tipo C o del conector Lightning de Apple: en ambos casos da igual de qué lado se introduzca el conector en el puerto, aunque igualmente primero hay encontrar el conector a tientas. En ese momento la carga inalámbrica también supone una ventaja, claro.
Recientemente he tenido ocasión de probar la base inalámbrica de carga rápida Samsung EP-NG930 con el Samsung Galaxy S7 Edge, teléfono que precisamente sí viene de serie con capacidad para cargarse de forma inalámbrica.
La base EP-NG930 probada es de tipo «carga rápida» y cuesta unos 39 euros; pero hay otros modelos de Samsung y de otros fabricantes que son compatibles y que resultan mucho más económicos. Eso sí, en general no son de carga rápida (fast charge) y por tanto se toman algo más de tiempo en cargar la batería del móvil.
Con los cargadores inalámbricos, como sucede con los cargadores convencionales, es mejor no ser muy tacaño, por seguridad y eficiencia: Esta es la diferencia entre un cargador falso y un cargador original.
La carga inalámbrica siempre es algo más lenta que el equivalente con cable; en este caso con el Galaxy S7 la carga inalámbrica rápida es entre un 15 y un 30 por ciento más lenta, en comparación con la carga rápida con cable. Esto significa que el tiempo necesario para cargar la batería difiere entre unos pocos minutos y hasta media hora dependiendo de la carga de la batería.
A cambio, la carga inalámbrica es muy cómoda cuando se hace un uso más o menos constante del móvil. Para contestar un WhatsApp o atender una llamada de teléfono basta con coger el teléfono y utilizarlo con normalidad, sin la limitación de movimientos ni las poses extrañas propias de utilizar un móvil que está enchufado o en cambio sin tener que estar desenchufando y enchufando para que el teléfono recupera carga entre uso y uso.
Este tipo de cargas parciales no suponen ningún problema para la batería. Al contrario, mantener la carga entre el 50 y el 80 por ciento es algo que les encanta a las baterías de litio, la cuales también prefieren esa cargas parciales continuas que completar ciclos de carga — esto es, pasar de estar casi o totalmente descargada a estar casi o totalmente cargada (más: ¿Cuál es la mejor forma de cargar el móvil para no dañar la batería?)
Hay que tener en cuenta que la carga inalámbrica puede verse interferida, parcial o completamente, con el uso de fundas protectoras para el móvil, así que conviene comprobar antes que la funda o carcasa utilizada es compatible con la carga inalámbrica.
El modelo probado además hace también las veces de soporte para el móvil, manteniendo el teléfono levantado, perpendicular a la mesa. Esto facilita su manejo y también mirar la pantalla sin tener que cogerlo con la mano. Además la base de carga funciona tanto con el teléfono vertical como en horizontal, lo que permite ver vídeos o películas mientras está en la base cargando, lo cual es una ventaja adicional.