Se llama Lucy —y al menos por la voz se podría considerar otro ejemplo de sexismo— y es un asistente personal doméstico. Consiste en una pantalla táctil HD (en tres tamaños: 17, 24 y 27 pulgadas) con cámara, altavoces y micrófono; algo así como una tableta gigante que se cuelga en la pared y que ve y escucha todo lo que sucede a su alrededor.
Mediante la voz se le puede pedir a Lucy que realice tareas como que ponga música, que haga una reserva para cenar, que muestre fotografías, que añada algún producto a la lista de la compra, que busque información o vídeos en internet,... En teoría Lucy también puede actuar sobre otros elementos conectados en el hogar, caso del aire acondicionado o las luces de la vivienda. Pero eso querría verlo yo.
También sirve como elemento decorativo y como tablón de anuncios entre miembros de una familiar o personas que viven en el mismo piso: permite compartir calendarios o mensajes y es capaz de «dar recados» a alguien concreto. Mediante el reconocimiento facial Lucy distingue entre distintas personas para adaptarse a sus preferencias, acceder a opciones individuales y personalizadas o entregar mensajes.
Por ahora Lucy se comunica en alemán y en inglés y está captando financiación en Kickstarter.
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Una una idea parecida pero encarnada en forma de espejo para el cuarto de baño funciona con Android y las pantallas Samsung que son transparentes y que sirven como espejo tal y como las vimos en la pasada edición de la feria IFA.