Los relojes de pulsera Casio G-Shock no son mis favoritos de la japonesa, pero cuentan con toda mi simpatía y con todo mi respeto por su capacidad de supervivencia, literal —soportan fuerzas destructivas de tal magnitud que puede suceder que quien lo viste no lo consiga— y metafóricamente hablando — conservan su atractivo y excelente reputación desde hace casi 40 años.
En Gear Patrol, The History of the Casio G-Shock,
La caja de los Casio G-Shock es hueca y la maquinaria del reloj se mantiene aislada mediante un relleno acolchado. Además, las partes vitales de los mecanismos están protegidos a su vez con un acolchado adicional. Las protuberancias de la caja y el bisel son de uretano y protegen los botones y el vidrio de posibles impactos, en todas direcciones; incluso la correa está diseñada para absorber en parte posibles impactos. Estos rasgos contribuyen en la protección de los G-Shock de golpes, fuerzas G elevadas (como las que se dan en carreras de coches y acrobacias aéreas) y vibraciones intensas.
Precisamente de su resistencia a las fuerzas G viene la G el nombre de los Casio G-Shock — de los cuales se han vendido 70 millones de unidades en todo el mundo desde 1983, siendo «de esos productos excepcionales que transcienden de su categoría y se convierten en iconos.»