Por @Wicho — 11 de noviembre de 2009

Desde hace unos años vivimos un proceso en el que cada vez más información que manejamos a diario está almacenada en algún tipo de dispositivo electrónico, un proceso que muchos empezamos casi seguro con la agenda de teléfonos de nuestros móviles. Pero durante mucho tiempo distintos tipos de información vivían en dispositivos diferentes, con lo que no era raro ver a alguien que llevaba un teléfono móvil, una agenda digital, y, por ejemplo, un reproductor de música, lo que no resultaba cómodo ni práctico.

Los fabricantes pronto se dieron cuenta de que había una interesante oportunidad de negocio en un dispositivo que evitara la necesidad de andar a cuestas con varios y así comenzaron a hablar de la convergencia de estos y, en especial, a intentar añadirles funciones a los teléfonos móviles para que cada vez hicieran más cosas.

El problema con el que se toparon no fue tecnológico, sino el del diseño de un interfaz cómodo que permitiera a los usuarios hacer uso de todas las prestaciones de esos móviles «inteligentes», ya que a menudo eran tan complicados de usar que en la práctica los dueños de estos teléfonos nunca lo hacían.

Todo este panorama dio un giro radical cuando Apple sacó al mercado el iPhone, un dispositivo capaz no solo de funcionar como teléfono, sino también como cámara, gestor de calendario, reproductor de música y otros contenidos multimedia, receptor de GPS, y montones de funciones más, y que además es extremadamente sencillo de manejar, de tal forma que sus propietarios empezaron realmente a sacarle partido a todas esas cosas que puede hacer y a buscarle más posibilidades.

Hace unos días Google dio un giro de tuerca más en este sentido con la presentación de Android 2.0, la nueva versión de su sistema operativo para móviles inteligentes (aunque hay quienes ya empiezan a llamarlos teléfonos de aplicaciones) que incluirá en algunos mercados de forma gratuita un programa de GPS de los que van dando instrucciones para llegar a un sitio, lo que hizo que automáticamente las acciones de Tom Tom, Garmin y otros fabricantes de dispositivos GPS especializados cayeran en bolsa.

Y es que parece que, cada vez más, los móviles están llamados a convertirse en una especie de dispositivos universales que nos servirán para hacer un montón de cosas, quizá de forma no perfecta, pero sí lo suficientemente buena la mayor parte del tiempo, a lo mejor no acabando con el mercado para dispositivos más especializados, pero sí reduciéndolo seriamente.

{ Publicado originalmente en La Voz de Galicia, donde colaboramos habitualmente }

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