Por @Alvy — 5 de julio de 2020

Unos investigadores de la Carnegie Mellon han trabajado en algo denominado «Los retos del diseño de interfaces humanas orientadas a las emociones negativas»; en otras palabras: robots y objetos que reciben somantas de palos y a los que puedes darles con un martillo o acuchillar alegremente. Como dicen, muy apropiadamente:

Mucha gente se ha centrado hasta ahora en los creadores y los makers; nosotros hacemos lo mismo pero con la destrucción y la catarsis.

– Amit Zoran y Jodi Forlizzi,
investigadores

La idea es básicamente crear objetos, principalmente no-antropomórficos (aunque algún muñeco hay por ahí) a con los que desahogarse a gusto. Se puede aplastar un cuadrado de plástico con un martillo y ver cómo brilla o darle estocadas a un cojín amorfo y ver cómo se mueve.

En teoría esas expresiones de la energía negativa producen un efecto liberador, a lo que ayuda la respuesta tecnológica que tienen, ya sea con luces o sonidos. Hay uno que responde cuando lo insultan; otros se mueven cuando detectan que han sido alcanzados por objetos puntiagudos.

Como se suele decir, hay gente pa tó, y estos curiosos robots son la prueba. ¿Sufren? No; de hecho su objetivo vital es absorber los impactos y reaccionar a los insultos, así que en teoría todos contentos… Pero de todos modos, risas apartes, el asunto levantó algunas consideraciones éticas sobre lo apropiado que es que estos chismes reaccionen alegremente cuando son tratados a patadas y con palabrotas, aunque sea por adultos. Como no están en las tiendas, todo queda en el laboratorio, de momento.

(Vía Spectrum.)

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