He estado algunas semanas probando un patinete eléctrico modelo Outsider E‑Volution 8,5 Phoenix que amablemente nos enviaron desde Cecotec, la empresa española que lo comercializa. Casualmente unos días antes había estado probando un Lime de alquiler en el parque de El Retiro y la experiencia fue divertida, así que sólo me quedaba comprobar cómo es eso de tener uno de estos en casa, subirlo bajarlo, y el ir y venir a diario.
La idea de estos vehículos es servir como vehículo de «movilidad personal» en la ciudad, como alternativa limpia a los coches y motos pero con la comodidad de que no son tan grandes como una bicicleta y con la ventaja de que al ser eléctricos te llevan sin demasiado esfuerzo. Al igual que las bicis, Segways y skates eléctricos, cada cual tiene sus ventajas.
Robusto y capaz
Lo primero que llama la atención de este patinete, que entra en la clasificación urbana de «Tipo B», es que resulta muy robusto: es grande (114 cm de alto y 108 de largo con 42 de ancho) y está fabricado en acero inoxidable mate, muy sólido y resistente; de hecho el diseño se puede decir que es muy agradable, incluyendo el panel de mandos.
Tiene capacidad para transportar hasta hasta 120 kg, aunque el peso total influye en la duración de la batería, claro. Las ruedas son grandes y sólidas (de tipo tubeless, sin cámara de aire y con «sistema antirreventón») y va bien por aceras, asfalto e incluso por tramos «de campo» no demasiado exigentes. Además tiene tres frenos: uno eléctrico delantero, otro de disco trasero (manejado desde la manilla izquierda) y uno «manual» que se activa pisando el guardabarros trasero.
El montaje del patinete es muy simple: basta usar una llave para desplegarlo y ajustarlo; los manillares son de goma y se enroscan fácilmente. Una vez montado se puede abatir con solo desbloquear y mover una bisagra –sin herramientas– lo que permite transportarlo más cómodamente para subirlo a casa o la oficina, o meterlo en el coche. También tiene una «pata de cabra», aunque se puede apoyar en cualquier sitio. Eso sí: su peso son 13 kg; no es precisamente ligero para llevarlo mucho rato «a mano», pero eso es necesario en contadas ocasiones (escaleras, dentro de edificios) dado que a todas partes llega rodando, aunque sea empujándolo con el pie o acompañándolo a mano.
También cuenta con luces frontales y trasera, luz de freno y timbre –todo lo que marca la ley– además de una pequeña pantalla con el indicador de velocidad, carga de la batería y algunos iconos. Lo único que he echado en falta es algún sistema de anclaje antirrobo, al menos una argolla o similar por donde poder pasar una cadena si se va a dejar lo clásicos cinco minutitos en algún sitio.
Una batería para 20-25 km, que pueden ser más
La batería del Outsider E-Volution 8,5 Phoenix tiene forma de largo cilindro y va encajada en la barra vertical del patinete. Se abre y cierra fácilmente y se puede sacar con una lengüeta para cambiar por una segunda batería (que se vende aparte). El cargador es externo y se puede enchufar tanto directamente al patinete como por separado a la batería, lo cual es muy cómodo. Una recarga completa son entre tres y cuatro horas; en la práctica un poco menos, porque es raro agotar las baterías completamente.
Según las especificaciones es una batería de 36 V y 6400 mAh. Sobre el papel permite recorrer entre 20 y 25 km, pero es algo que depende de muchos factores, especialmente el peso total, la orografía del terreno por el que se circule, la velocidad y estilo de conducción y hasta la correcta presión de las ruedas. En mi caso la experiencia es que hasta 10 km se hacen sin problema, pero para llegar de 12 a 15 hay que afinar un poco la conducción; de 15 a 20 km es un más complicado. Eso sí, llevando una batería extra en la mochila (ojo: son otros 1,5 kg y 50cm) la autonomía se multiplica por dos.
El motor del patinete tiene una potencia nominal de 350W y máxima de 700W lo que le permite circular a una velocidad de hasta 25-30 km/h, de nuevo dependiendo de las circunstancias, especialmente las pendientes y el peso. Pero, sinceramente: no es un vehículo en el que la velocidad sea precisamente lo más importante, dado que las distancias a recorrer suelen ser cortas.
Todo esto de las potencias, voltajes, velocidades y duraciones se gestiona en la práctica con un botón y tres modos de conducción: Eco, Confort y Sport, que marcan la diferencia entre ir más despacio pero llegar más lejos o llegar antes a toda velocidad pero tener menos autonomía.
Con la experiencia tras unos cuantos viajes se aprende cuál es la mejor forma de gestionarlo. Por ejemplo hay pendientes o largas cuestas que no se pueden subir en los modos Eco/Confort por falta de potencia; en zonas peatonales (5 Km/h) lo más conveniente es activar el modo Eco para no ir dando tirones todo el rato; y para viajes más largos el modo Confort va bien. Algo interesante es que además cuenta con un «control de velocidad de crucero» que mantiene la velocidad deseada sin tener que tocar nada; se desactiva al pulsar cualquier botón.
Una experiencia peculiar
Tener un patinete de estos en casa y usarlo para circular por la calle es una experiencia un tanto peculiar. En primer lugar, aclarar que el tiempo de aprendizaje es cercano a cero: cualquiera puede montarse y manejarlo con soltura en cinco minutos; resulta muy natural.
Red de viales patinables con VMU en Madrid [PDF] / Ayuntamiento de Madrid
Pero una cosa es «saber manejarlo» y otra es saber todo lo que hace falta acerca de cómo circular con él por la ciudad. Ahí la cosa cambia. En mi caso vivo en Madrid y las pruebas que hice me pillaron justo con todo el revuelo del cambio de normativa en una ciudad un tanto inhóspita en la que convivimos peatones, coches, bicis, taxis, autobuses, Segways, skaters, patinadores, runners y «fauna» de todo pelaje. Ha habido que esperar, pero al final la normativa acerca de estos vehículos de movilidad urbana se puede resumir en el caso del patinete eléctrico «tipo B» en que:
- No se puede circular por las aceras, ni por el carril-bus. Tampoco –de momento– por ciclocarriles, que son los carriles en calzadas señalados como 30/Bici (aunque quizá en el futuro se pueda).
- Sí se puede circular en ciclocalles, aceras bici y cualquier calle de velocidad máxima 30 km/h. En la práctica esto incluye cualquier calle de la ciudad con un solo carril, o de dos carriles en sentidos opuestos. Y también por las calzadas de prioridad peatonal, aunque cuando se comparte espacio con peatones hay que respetar una velocidad máxima de 5 km/h. (Lo mismo en parques, Madrid Río y similares).
- La edad mínima para usarlos son 15 años.
- El casco no es obligatorio, pero sí altamente recomendable.
¿Es complicado? Bastante. Para entenderlo un poco mejor viene bien la ayuda de la guía de tipos de vías ciclistas y el FAQ sobre patinetes del Ayuntamiento. ¡Pero ojo! Esto sólo es aplicable a Madrid; en otras ciudades puede variar.
El caso es aplicar un poco el sentido común y la precaución. Según el mapa el 80% de las calles de Madrid son aptas para patinetes eléctricos [PDF]; pero mi zona por ejemplo no tiene un carril-bici cerca, y la calle principal es de 2-3 carriles, incluyendo un carril bus. Como por esa calle no se puede circular en patinete y tampoco por las aceras –aunque son anchas– la única alternativa es ir por las calles paralelas, que son de 30 km/h, de un carril o de dos en doble sentido.
Pero seamos realistas: en la práctica, la gente no hace eso. Es normal encontrarse a patinetes en la calzada de la calle principal de 50 km/h si no hay mucho tráfico y ver cómo entran y salen de las perpendiculares y se suben y bajan a las aceras. Por no hablar del clásico transformismo (como hacen algunos ciclistas) «ahora soy vehículo, ahora soy peatón», especialmente en los semáforos. Lo único que parece que se está respetando más es lo de no ir por las aceras, aunque hay tramos en los que es inevitable, por ejemplo para llegar a ciertos edificios y tiendas.
La sensación que da ir en patinete por la calzada compartiendo espacio con los coches es para mi gusto un tanto de peligro, incluso aunque sean calles de 30 km/h y el patinete sea «un vehículo más». Sucede un poco como ir en bici: serás un vehículo más, totalmente legal, pero en caso de golpe tienes las de perder. Por eso lo mejor es siempre aplicar la cautela máxima y el casco; y recordar que no todos los conductores –¡ni peatones!– conocen ni respetan las normas. Lo conveniente: evitar las largas cuestas y las zonas más transitadas. Mejor un rodeo tranquilo que vivir en tensión.
Mi consejo es analizar bien la zona en donde se va a utilizar el patinete eléctrico antes de decidirse a comprarlo, Esa «ruta habitual de cada día» puede ser adecuada y una alternativa estupenda y sin problemas para el patinete, pero habrá otras en los que circular con él no sea tan cómodo y relajante. Para quien viva cerca de carriles bici, en calles tranquilas y con trayectos diarios no demasiado largos son desde luego una gran opción.
El precio del Outsider E-Volution 8,5 Phoenix es actualmente de 359 euros y el de las baterías extra 149 euros.