Me han prestado un aspirador robot con mopa –o robot aspirador con mopa, no sé si tanto monta, monta tanto– Dreame L10 Pro para probar. Aunque hace años que existen estos productos es el primero que pruebo. Y ahora me pregunto por qué.
Se trata de un dispositivo de 35 centímetros de diámetro por 9,68 de alto, incluida la «torreta» de sensores, y un peso de 3,7 kilos. Está disponible en blanco o en negro. Tiene una potencia de succión de 4.000 pascales, que bastante elevada para este tipo de cacharros, y un depósito de polvo de 570 ml con un filtro HEPA capaz de retener partículas de 0,3 micras para arriba.
Ponerlo a andar es extremadamente sencillo. Basta con retirar las protecciones con las que viene de fábrica, instalar el cepillo lateral, que encaja con un clic, y ponerlo a cargar antes de usarlo la primera vez. La base de carga ha de estar en algún lugar en el que tenga medio metro libre a los lados y un metro y medio delante. Y eso es lo más complicado de la puesta en marcha. La base, que mide 13×8×10 centímetros más la solapa sobre la que aparca el robot, es minúscula comparada con otras que he visto para este tipo de dispositivos. Una vez cargada la batería basta con mantener pulsado tres segundos el botón de encendido para que se active y luego una pulsación breve del botón para que eche a andar.
El L10 Pro es capaz de funcionar en este modo sin necesidad de hacer nada más. Irá construyendo un mapa de las habitaciones usando sus sensores LiDAR y sus sensores 3D. Los dos tipos de sensores funcionan perfectamente a oscuras. Para ello recorre primero las paredes para delimitar su perímetro y luego el interior en una trayectoria en forma de S para cubrir toda la superficie. Gira sobre si mismo para acercar todo lo posible el cepillo lateral a las esquinas y que así quede la menor superficie posible sin alcanzar.
Su velocidad es de algo menos de un metro cuadrado por minuto independientemente del modo de succión (sí, se llama así) en el que esté funcionando. Es capaz de superar desniveles de hasta 20 milímetros de altura y de detectar sitios por los que se puede caer como unas escaleras. Lo primero lo he podido comprobar en mi casa; de lo segundo no tenemos. Es también capaz de detectar cuando está sobre una alfombra para activar la succión a máxima potencia y desactivarla en cuanto sale de ella.
Cuenta con una batería de 5200 mAh, que según el fabricante permite aspirar hasta unos 250 metros cuadrados por carga. Aunque si la batería se agota antes de completar la limpieza el cacharro se vuelve a la base para cargar y luego reanuda la limpieza dónde la dejó. En mi casa, con unos 70 metros cuadrados a limpiar, a la batería le queda aproximadamente al 65% de carga al terminar una pasada modo de succión normal, lo que se corresponde más bien con una capacidad para limpiar unos 200 m2. Y ojo, que 200 m2 son muchos metros que aspirar. En mi casa, por ejemplo, algo más del 50% de la superficie útil está cubierta por muebles. Así que esos 200 metros cuadrados dan para mucho. En modo de succión fuerte la batería se descarga hasta el 56%.
Una de las cosas que quería probar era cuánto había que adaptar la casa al robot y la respuesta es que en absoluto. O que al menos no más que para pasar la aspiradora a mano. Sólo tuvo problemas con dos alfombras delgadas que al final opté por retirar cuando está en marcha. Pero son las mismas que a mí me dan problemas cuando paso el aspirador a mano y se quedan enganchadas en el cabezal si no las piso. Y a veces aún así. Por lo demás va esquivando hábilmente calzado, bolsas, cajas, o cosas que van quedando en el suelo. Es insistente y se mete debajo de mesas entre las patas de las sillas si puede, o debajo de sofás y otros muebles si hay hueco suficiente. Y dado que reconstruye el mapa cada vez que funciona pues no tiene problema en aspirar zonas que en anteriores ocasiones estuvieran ocupadas o viceversa. Pero eso también quiere decir que siempre tarda aproximadamente lo mismo en aspirar la casa, pues no «aprende» de pasadas anteriores. Eso está bien porque le permite funcionar independientemente de las cosas que haya en el suelo o de que se encuentre una puerta cerrada.
Sólo se deja, lógicamente, los sitios en los que detecta que no cabe –que vienen a ser aquellos en los que hay que meter el cabezal del aspirador girado o con una boquilla pequeña– y la superficie que queda por detrás de las cortinas, que considera un obstáculo insalvable, con lo que se queda a unos centímetros de ellas.
Así que el L10 Pro no va a evitar tener que pasar la aspiradora. Pero sólo habrá que pasarla por unos sitios determinados, con lo que te ahorrará tiempo. Y, según tu nivel de tolerancia, hasta podrás alargar el intervalo de tiempo entre aspiraciones a mano. Creo que el suelo de nuestra casa nunca ha estado tan limpio como desde que he empezado a probar el L10. También creo que llevan un depósito oculto de pelusas porque aunque veas el suelo limpio al final siempre hay roña en el depósito. La limpieza, por cierto, por ahora me parece bastante sencilla; no hay pelos que se agarren exageradamente a los cepillos porque tiene una especie de peines que los atrapan antes. A ver con el tiempo. El filtro HEPA lo puedes lavar con agua con la precaución de dejarlo secar antes del siguiente uso.
En funcionamiento su nivel de ruido máximo es de 65 dB. Esto quiere decir que en mi casa lo puedes oír de un extremo a otro aunque no es molesto. Pero en cualquier caso el nive de ruido es mucho menor que el de nuestro aspirador manual, un Dyson Ball DC37, que emite 80 dB contigo al lado.
La torreta incluye, aparte del botón de encendido, otro para mandar el robot a la base de carga, y otro para activar el modo de limpieza localizada en el que el robot limpia 1,5 metros cuadrados a su alrededor.
El secreto está en la app
Pero utilizar así el L10 Pro es un desperdicio. Para sacarle todo su partido hay que, como es habitual con cualquier electrodoméstico «inteligente», descargar la app del fabricante. En el caso de Dreame, que es una filial de Xiaomi, hay que descargar Xiaomi Home si tienes un teléfono Android o Mi Home si tienes un iPhone. No tiene mayor complicación porque la tarjeta de puesta en marcha rápida tiene un código QR grande que se encarga de dirigirte a la tienda de aplicaciones adecuada en cuanto apuntas para él con la cámara del móvil y le dices que OK. Una vez bajada la app tendrás que crear una cuenta si no la tienes.
Para añadir el L10 hay un QR más pequeño. Yo, con Mi Home, no conseguí que funcionaran las instrucciones de la tarjeta que dicen que hay que pulsar el + en la parte superior derecha de la pantalla principal. Hasta que escaneé el código directamente con la cámara y de ahí me mandó a Safari y de ahí a la App Store en vez de a la app. Pero cuando pasé a la app la aspiradora estaba ya allí como por arte de magia.
Eso sí: la WiFi de la L10 Pro sólo es de 2,4 GHz, así que por precaución desactivé la banda de 5 GHz en mi red doméstica por si se liaban las cosas. De nuevo es muy habitual que este tipo de dispositivos sólo soporten la banda de 2,4 GHz.
En cualquier caso, una vez añadida a la app, es cuando se pueden empezar a hacer muchísimas más cosas de las que dejan hacer los botones físicos de la aspiradora, empezando por ponerle un nombre, que es lo menos que merece un dispositivo de estos.
Desde la pantalla principal se ve el último mapa generado –la app permite gestionar mapas de varios pisos si es necesario– y un botón para poner en marcha la aspiradora. Ese mismo botón la pone en pausa mientras está en funcionamiento. Y otro botón, que se llama «Puerto» en la versión en español, permite enviarla de vuelta a la base. También hay un botón para escoger el modo de limpieza: silencioso, normal, fuerte y turbo en cuanto a la succión; un poco seco, normal y mojado en lo que se refiere al modo fregona.
Mientras la aspiradora está en marcha va actualizando tanto su posición como el camino ya recorrido casi en tiempo real en la pantalla principal. En la parte superior indica además la superficie limpiada, el tiempo que lleva en funcionamiento, y la carga restante de la batería. Aunque después de las primeras pasadas –reconozco que al principio la iba siguiendo embelesado por casa– ya aprendes a ponerla en marcha y olvidarte de ella.
La app permite editar el mapa para hacerlo corresponder con las habitaciones de la casa, porque lo más seguro es que la división automática que hace la primera vez no se corresponda mucho con la realidad. También les puedes poner iconitos basados en una lista de descripciones como cocina, dormitorio, estudio… aunque no puedes definir tus propias etiquetas. Pero no sirve de mucho más que para satisfacer nuestro tiquismiquismo interno y para que la aspiradora haga su trabajo por habitaciones. Más o menos porque a veces se salta una zona de una habitación y más tarde vuelve a ella tras haber recorrido otras. Y tampoco las recorre siempre en el mismo orden. Pero de nuevo aprendes a que eso te dé igual porque hace su trabajo. También permite indicar zonas prohibidas en las que el aspirador no debe entrar por lo que sea.
Un menú de esos de tres puntitos arriba a la derecha abre los ajustes en el que configurar una miríada de cosas como por ejemplo el idioma de los avisos de audio y su volumen; un modo no molestar en el que le indicas un horario en el que no reanudar la limpieza si se ha quedado interrumpida para cargar la batería; u horas y días para dejar programada una limpieza, como por ejemplo aquellos momentos en los que no vaya a haber nadie en casa.
También deja acceder al historial de limpieza de la máquina, con fecha, hora, área y tiempo empleados en cada ocasión; ver el nivel de desgaste de los recambios o cuándo toca limpiar las ventanas de los sensores.
Alexa, HomeKit
Se supone que el L10 Pro es compatible con Alexa. Para ello hay que activar el skill Dreame en la aplicación, decirle a Alexa que añada el L10, y listo… en teoría. Yo en la práctica no conseguí añadirlo a mi cuenta de Alexa ni desde un teléfono Android ni desde un iPhone.
Pero por lo que he podido leer por ahí tampoco es que la integración con Alexa ofrezca mucho más allá de la opción de decirle a Alexa que encienda o que apague el aspirador, sin ninguna opción de configuración. Lo que igual es suficiente, ojo, porque al encenderlo se pone en marcha y empieza a limpiar y al apagarlo no se queda parado en el sitio sino que vuelve a la base.
En cualquier caso a mí me interesaba mucho integrarlo con HomeKit, el sistema domótico de Apple, pues desde principios de este año me he metido en ese berenjenal y cada vez le veo más ventajas. HomeKit no soporta oficialmente ningún aspirador robot del mercado. Pero para esto tenemos Homebridge, un software gratuito de código abierto que puede correr en múltiples plataformas que hace de puente entre tropecientos dispositivos domóticos mediante múltiples plugins y HomeKit aunque no sean oficialmente compatibles.
Una búsqueda en la pestaña de Plugins me permitió encontrar homebridge-miot, que una vez instalado y configurado con los datos de acceso a mi cuenta de Xiaomi descubrió sin problema alguno el L10, que ahora aparece tanto en la app Casa de Apple como eh Home+ como en cualquier otra app compatible con HomeKit.
El plugin además de mucho más control que el skill de Alexa y aparte de encender y apagar el L10 permite controlar el nivel de succión, el nivel de succión y el nivel de humedad del modo fregona así como el modo no molestar.
Pero sobre todo me ha permitido crear una automatización que los lunes, miércoles y viernes si dan las 10:30 y no hay nadie en casa pone en marcha el aspirador. Así, cuando llegamos a casa para comer la casa está aspirada. Y gracias a las notificaciones de la app Xiaomi sé cuando arranca y cuando termina. O cuando necesita ayuda, aunque en remoto se pueda hacer más bien poco.
Shut up and take my money
Como decía al principio nunca había probado un dispositivo de este tipo y ahora me lamento de no haberlo hecho antes. Así que con toda seguridad o bien un Dreame 10L Pro, que ahora está en 311,49€ en Amazon¹ –eso son casi 200 euros de descuento– o similar va a vivir en mi casa a partir de ahora. Desde luego lo de haberlo podido soltar en casa sin más preparativos y su habilidad para evitar obstáculos grácilmente le ha dado muchos, pero que muchos puntos.
Lo que no quiere decir que no haya cosas que no me han gustado: por un lado la batería, que a diferencia de otros consumibles como los filtros o los cepillos, no se puede cambiar en casa. Por otro, los botones físicos, que podían ser más grandes, en especial del de arrancar y parar.
Pero sobre todo, el modo fregona, que me parece una tomadura de pelo. Para usarlo hay que encajar en la parte inferior del L10 un depósito de agua de 270 ml que va humedeciendo la fregona que hay en su parte inferior. El problema es que mientras el L10 llega a la zona que le dices mediante la app que quieres que friegue va dejando un reguero de humedad como si fuera un caracol que como tenga que pasar por encima de una alfombra verás que risa. Y aún en el caso de que pueda llegar al sitio a fregar sin pasar por encima de una alfombra lo de fregar se queda más bien en humedecer el suelo, como bien auguraba Alberto Sagredo.
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