La gente de Razer nos hizo llegar algunos de sus periféricos para probar, entre ellos el Razer DeathAdder 2013, un ratón que ya desde el nombre y solo con verlo en la caja de lujo asusta por su poderío. Está pensado para quien necesite que el ratón sea el centro de atención del equipo, principalmente gamers que estén todo el día dándole a los juegos y usuarios avanzados que necesiten precisión o velocidad.
El DeathAdder tiene un tamaño físico generoso (127 × 70 × 44 mm, para 105 gramos de peso) diría que incluso demasiado grande para manos pequeñas – pero eso ya es cuestión de gustos y tallas. Su diseño es futurista pero sobrio, incluyendo que el logo de las serpientes de Razer brilla-en-la-oscuridad. Parece ideado para los más exigentes en cuanto a prestaciones; por su precio no podría ser de otra forma: unos 70€.
Entre sus características está una gran precisión, con un sensor óptico de 6400 ppp y 200 ips (a 1000 Hz) capaz según dicen de detectar aceleraciones de hasta 50 G. El tiempo de respuesta va más allá de lo humano: 1 milisegundo. Funciona sin pilas y además de los dos botones principales tiene una rueda y otros dos botones auxiliares en el lateral. Convenientemente, existe en versión para zurdos.
En las pruebas en pantallas de gran tamaño a velocidad alta (iMac) se ha comportado tan dignamente como cabía esperar; también es compatible desde Windows XP a Windows 8 u con otros sistemas, incluso en una tableta Surface que estamos probando funcionó perfecto – y todo sin tener que instalar nada, aunque se puede activar el registro en Razer Synapse 2.0 para acceder a funciones extra y actualizaciones. La rueda central me pareció especialmente sensible y útil; el cable de fibra trenzada de 2,1 metros también es muy práctico por su longitud y porque tiene la buena costumbre de no tender a enrollarse sobre sí mismo formando extraños nudos.