En su casi entrañable rueda de prensa Samsung explicó ayer lunes qué carajo había estado sucediendo con los Note7, y limitó las culpas de su fogosidad a la fabricación de las baterías. «Ni el teléfono ni el diseño han tenido que ver.»
Teniendo en cuenta que Samsung había recuperado el 96 por ciento de los teléfonos vendidos, descontando los que explotaron (unos 300) y los que han usado para pruebas (unos 200.000) todavía Samsung tiene almacenados por ahí unos 3 millones de Galaxy Note7 sobre cuyo destino no ha decidido o al menos no se ha pronunciado, según recoge Reuters.
La misma nota dice, citando a una fuente «familiar» con estos embrollos, que vender esos Note7 como reconstruidos sería una opción. «Una afirmación en línea con rumores previos que decían que Samsung consideraría vender los Note7 reconstruidos [con una batería diferente] una vez que el polvo levantado por todo este asunto se hubiera asentado» (o una vez que el humo se hubiera disipado, más bien), escriben en BGR.
Después de todo muchos de los compradores no los han devuelto porque querían conservarlo, simple y llanamente. Igual que muchos de quienes lo devolvieron hubieran preferido no tener que hacerlo.
Algunos de los 200.000 Note7 probados | Samsung.
La opción de revender las unidades una vez restauradas tendría “sentido técnico” si el único problema eran las baterías y no el teléfono en sí, aunque probablemente en marketing no quieran ni mencionar esa posibilidad. Pero imagina un Note7 reconstruido por la mitad de su precio original...