Mañana viernes se pone a la venta el Samsung Galaxy S7 que se ofrece en dos sabores: el normal, con pantalla plana de 5,1 pulgadas y el Edge, que con pantalla de 5,5 pulgadas curvada en los bordes.
Este último, el Samsung Galaxy S7 Edge, es el que vengo utilizando desde hace una semana como teléfono principal. Y aunque siete días no es mucho tiempo para evaluar en profundidad un teléfono, sí que es tiempo suficiente para formarse una buena impresión sobre él. Y una buena impresión es precisamente la que me ha causado el Galaxy S7 Edge.
Aparentemente el Galaxy S7 Edge es muy parecido al Galaxy S6 Edge del año pasado. Pero el modelo nuevo es algo más grande, también un poco más pesado, e incorpora mejoras significativas. Más importante aún, incorpora mejoras pedidas por los usuarios: certificación de resistencia al polvo y al agua, más potencia, mejor ergonomía y construcción y el regreso de la tarjeta de memoria micro SD, de hasta 200 GB capacidad.
El Edge es un teléfono de líneas atractivas, pero la unidad que he probado tiene más dorado que el joyero de MA Barracus. Afortunadamente, el Edge también está disponible en color gris «más discreto, gracias».
Buena parte del atractivo del Edge tiene que ver con su excelente construcción en vidrio y metal. No más aspecto de plástico. También la pantalla curvada en los laterales. La curva es bella y el S7 Edge no es una excepción. Otra cosa es que sea cómoda o útil. Pero cuando resulta cada vez más difícil distinguir un móvil de otro la personalidad del Edge es un rasgo que hay que apreciar.
En la parte posterior el S7 Edge es más redondeado que el S6 Edge. No se trata sólo de una mejora estética, sino que esa forma suavizada facilita el agarre y lo hace más cómodo en la mano. También en el bolsillo: a pesar de su pantalla de 5,5 pulgadas este Edge no resulta incómodo en el bolsillo del pantalón, el motivo por el que dejé de usar el iPhone 6 Plus con el mismo tamaño de pantalla.
En ningún momento el S7 Edge me ha hecho creer que se iba a caer al suelo, algo habitual en los móviles grandes y sobre todo aquellos que tienen el botón para desbloquearlos en la parte inferior. Es verdad que el S7 Edge tiene el mismo aspecto brillante que una carpa recién pescada, pero no resulta nada escurridizo.
La pantalla curva es la seña de identidad del Edge. Para el S7 Edge Samsung ha sabido sacar más partido a la curva de la pantalla. Pero también esa curva puede llegar a resultar incómoda. El motivo son los contactos involuntarios que capta la pantalla táctil mientras se sostiene el teléfono en la mano. No me cabe ninguna duda de que Samsung podría resolver eso mediante software o reduciendo o anulando la sensibilidad táctil en la parte inferior, por ejemplo: eso mantendría la función Edge operativa pero evitaría o reduciría tocar la pantalla de forma involuntaria.
Por lo demás la pantalla es brillante, luminosa y tiene buen contraste. Los colores son bastante realistas, sin la saturación excesiva vista en modelos anteriores. Es verdad que, como pantalla OLED que es, los blancos tienden a tener cierto tono –azul en la unidad que he probado– pero esto es algo inapreciable en el uso «normal». Para darse cuenta hay que fijarse por ejemplo en fotografías con mucho blanco como un paisaje nevado o comparar directamente con otra pantalla.
Por cierto que esa foto de ejemplo está tomada con el S7 Edge. La cámara es uno de los puntos más fuertes del S7 Edge. Internet está llena de titulares que la califican como la mejor cámara de móvil. En siete días tampoco me ha dado tiempo a hacer demasiadas fotos en muy diferentes circunstancias, pero entiendo el porqué de esa afirmación: la cámara del S7 Edge impresiona desde la primera foto.
Para el S7 Samsung ha reducido el número de píxeles. Cambia cantidad por calidad, menos píxeles (12 millones, en lugar de 16 millones) pero más grandes significa menos ruido y mejor resultado en todo tipo de condiciones de luz, especialmente con poca luz. Y espacio para píxeles que actúan como sensores de enfoque dentro del propio sensor, lo que resulta en un sistema de enfoque rápido y muy preciso.
El modo "Pro" de la cámara del Galaxy S7.
Los puntos de enfoque (recuadros verdes) permiten
ajustar el foco con gran precisión:
el enfoque está en el borde de la servilleta.
El resultado son imágenes más pequeñas (unos 4MB por archivo) pero de mejor calidad. Aún así las imágenes miden 4032 × 3024 píxeles, tamaño suficiente para verlas en pantalla e incluso para sacar copias impresas –algo que casi nadie hace, en realidad– con la ventaja de que cada foto ocupa ahora como un tercio menos que antes con 16 megapíxeles. Todo ventajas: fotos que tienen mejor calidad y que ocupan menos, por lo que puedes almacenar más y además compartirlas más fácil y más rápidamente.
Por cierto que en modo Pro la cámara del Galaxy S7 permite elegir manualmente numerosos parámetros, casi como en una cámara réflex. En ese modo tiene la opción de guardar las fotos como archivo RAW, entre otras opciones avanzadas.
Ejemplo de una foto cualquiera, tirada sin más y con luz difícil. Clic para ver (4 MB) la imagen original a tamaño completo.
El enfoque es muy rápido y efectivo y en vídeo (hasta 4K) el modo de seguimiento funciona y funciona muy bien. Así que sí, muy probablemente el Galaxy S7 es ahora mismo el móvil con la mejor cámara.
Las fotos y los vídeos son contenidos que se pueden almacenar automáticamente en la tarjeta micro SD que sirve como amplicación de memoria en los Galaxy S7 que están disponibles con 32 GB. Con 32 GB de memoria apenas quedan 25 GB disponibles. Y aunque no es lo mismo un teléfono de 64 GB que un teléfono de 32 GB con una tarjeta de memoria de 32 GB adicionales, el software del Galaxy S7 se encarga de que esa diferencia resulte tan invisible para el usuario como sea posible. La tarjeta micro SD puede tener una capacidad máxima de 200 GB.
Sobra decir que el Galaxy S7 Edge es potente, porque es lo que se espera de un teléfono que se pone a la venta estos días. Pero es muy potente y muy rápido ejecutando casi todas las tareas, aunque algún que otro cometido le cuesta un poco más en comparación un iPhone 6s, no sé si por hardware o por la aplicación. La batería de 3600 mAh aguanta sin problema y el modo de carga rápida permite darle un chute de carga en cuestión de minutos.
Un "pero" que le encontré a la unidad que he probado tiene relación con la conexión a redes wifi de 5 GHz; parece tratarse de un viejo bug ya visto en otros teléfonos de Samsung que provoca que, cuando está conectado a una red wifi de 5 GHz, cuando se desbloquea no es capaz de retomar la conexión. Al parecer es algo que se puede resolver cambiando la configuración de la red wifi, cambiando a canales más bajos.
Además de cómo teléfono, el Samsung Galaxy S7 sirve también como motor para las gafas Gear VR de Samsung de realidad virtual, lo que le otorga una función adicional de un modo bastante resultón y muy superior al que se puede obtener con el famoso adaptador de cartón. Pero esto es tema para otro post.
El Galaxy S7 Edge cuesta 819 euros (el S7 "a secas" cuesta cien euros menos), que es bastante más de lo que cuestan la mayoría de los teléfonos Android. Pero también es verdad que no hay muchos más móviles Android a la altura de este Galaxy S7 que, en resumen, destaca por un diseño único –al margen de los gustos–, una batería de 3600 mAh, resistencia al agua, memoria ampliable en 200 GB mediante tarjeta micro SD y una cámara realmente excepcional.