Por @Wicho — 22 de mayo de 2023

El disco en mi manoCuando me voy de viaje y me llevo la cámara tengo la costumbre de copiar las tarjetas al final del día en el disco interno del ordenador. Pero desde que mac OS utiliza el formato APFS saber cuánto espacio hay libre en el disco es casi imposible. Así que decidí que para no andar con agobios me iba a comprar un disco externo para estos menesteres. Y el agraciado ha sido un SSD SanDisk de 1TB con conexión USB-C 3.2 con el que estoy encantado.

Opté por un SSD porque para andar todo el día metido en mi mochila me parecía mejor opción que un disco tradicional. Además, este en concreto está protegido contra caídas de hasta dos metros y tiene protección IP55 contra agua y polvo.

Otra consideración es que el precio de los SSD ha bajado mucho en los últimos tiempos, con lo que es comparable con el de los discos externos USB de toda la vida: el modelo que compré –1 TB y 520 MB/s de velocidad de transferencia– ahora mismo sale por 89 euros en Amazon.

Hay otros modelos dentro de la gama con más capacidad y velocidad de transferencia, pero pensé que para lo que yo lo quería esa opción era suficiente, ya que no se trata de grabar ni editar vídeo directamente en él; como mucho procesar alguna foto por la noche en el hotel, y para eso los 520 MB/s me resultan más que suficientes.

En la práctica lo de los 520 MB/s quiere decir que mi MacBook Air es capaz de copiar una tarjeta SanDisk Extreme de 32 GB y 120 MB/s llena de archivos RAW de 27,1 MB al disco en algo menos de cuatro minutos y medio. Eso sí, para eso tengo que usar un lector de tarjetas USB 3, ya que mi cámara sólo es USB 2. Si trabajas con muchos archivos pequeños o con unos pocos muy grandes la velocidad puede variar en función de lo que se líe el sistema operativo al moverlos. Pero me parece una velocidad más que aceptable para copiar tarjetas al final del día, que es mi uso principal. Aunque también me sirve para mover datos a mis copias de seguridad remotas.

También necesitarás un cable capaz de dar la velocidad que puede dar el disco o los puertos USB de tu ordenador o dispositivo con el que vayas a usarlo; no todos los cables USB-C son iguales. Aunque lo parezcan. En este sentido en la caja del disco viene un cable USB-A a USB-C de unos quince centímetros; si tu cacharro sólo tiene USB-C tendrás que hacerte con el cable adecuado o con un adaptador.

El disco viene formateado en ex-FAT y así lo he dejado para maximizar su compatibilidad con otros dispositivos aparte de mi portátil, pero no hay ningún problema en darle otro formato si así lo prefieres o necesitas.

Además de funcionar bien el disco es minúsculo y muy ligero: mide 9,68×4,7×0,99 centímetros y pesa sólo 40,82 gramos. Aunque hay que verlo y sentirlo en la mano para realmente darse cuenta de lo que significa eso. Se puede esconder detrás de mi iPhone 8 o de prácticamente cualquier móvil del mercado actual sin que lo veas.

Si tuviera que ponerle un pero es que no tiene ningún LED que indique que está conectado a nada ni que está haciendo cosas; lo eché de menos un día que el disco no montaba, aunque al final resultó ser porque estaba usando un cable que había pasado a mejor vida.

Pero vamos, que estoy encantado con la compra.

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