El 29 de septiembre septiembre de 2017 Apple me prestó un iPhone 8 y un Apple Watch serie 3. Un año después, y una vez que han sido hechos obsoletos por los nuevos modelos presentados el pasado día 12, aprovecho para contar mis impresiones y por qué he tardado tanto tiempo en escribir sobre ellos.
iPhone 8
Como a estas alturas todo el mundo interesado sabe el iPhone 8 es físicamente muy similar al iPhone 7 y al 6, aunque con la diferencia fundamental de que la parte trasera es de cristal, lo que permite utilizar cargadores inalámbricos que soporten el estándar Qi.
Internamente presenta numerosas mejoras, especialmente en cuanto a lo que al procesador se refiere. Según Apple el nuevo procesador A11 Bionic del iPhone 8 era en aquel momento el más potente jamás utilizado en un teléfono inteligente. El iPhone 8 incorpora también un coprocesador de movimiento bautizado como M11 que le permite recolectar datos del giroscopio, el acelerómetro y la brújula.
También mejora la cámara principal, que aunque sigue siendo de 12 MP incorpora un sensor más grande, lo que redunda en una mejor calidad de imagen, y un procesador dedicado que mejora la fidelidad de color y la velocidad de enfoque, en especial en condiciones de baja iluminación.
La pantalla Retina HD también es mejor que en modelos anteriores, con ajuste automático de colores según la iluminación del entorno. mayor gama cromática y mejor ángulo de visión. Y una protección contra la grasilla de la cara que funciona realmente bien.
Etc…
Pero cuando me entregaron el iPhone que iba a llevarme a casa la persona que me lo dio, tras haberle confirmado que había seguido la presentación en línea, me preguntó qué opinaba de él. Y mi respuesta fue que era más de lo mismo, opinión que tras un año con él en el bolsillo a diario se ha visto confirmada.
Ojo, estoy encantado con el funcionamiento del iPhone 8. Pero también lo estaba con el del iPhone 6 que usaba antes. Y es que para el uso que hago yo del móvil –agenda, correo electrónico, web, algunas redes sociales, banca en línea, fotos– hace mucho que el procesador ha dejado de ser un problema. Y ni siquiera tras esperar casi un año he visto aparecer aplicaciones que realmente parezcan sacarle todo el jugo al Bionic. Y no, los juegos de realidad aumentada no me parecen precisamente un ejemplo de eso. Es un fenómeno que, de hecho, también hace años que me pasa con los ordenadores, que hace mucho que tienen procesadores más rápidos de lo que yo necesito.
Así que al final voy renovando sobre todo por cuestiones de seguridad, para no quedarme en versiones antiguas del sistema operativo que ya no soporten ciertas actualizaciones de seguridad; más raramente lo hago porque alguna aplicación imprescindible para mí deje de funcionar o incorpore una función que sólo funcione en los modelos más nuevos y sin la que no pueda vivir.
Claro que eso es algo que con iOS 12 se supone que no pasará en muchos años, ya que una de las cosas que asegura es soporte a teléfonos antiguos. De hecho iOS 12 es un motivo para recomendar el iPhone 8, que previsiblemente tras la presentación de esta tarde quedará como el modelo de iPhone más asequible.
He de decir, de todos modos, que me arrepiento de haber pedido un iPhone 8 y no un iPhone 8 Plus porque creo que realmente habría aprovechado las dos cámaras y las opciones que ofrecen, aparte del mayor tamaño de pantalla, que ya no me parece tan grande como me parecía hace un par de años. Así que cuando me toque devolver este probablemente me pasaré a un 8 Plus… aunque también es cierto que últimamente los teléfonos Android me parecen muy adecuados para el uso que hago de los móviles.
Apple Watch
Como usuario de relojes automáticos era también bastante escéptico respecto al Apple Watch. Pero he de decir que ha terminado por gustarme, aunque más como dispositivo que te anima a llevar una vida más activa más que como reloj propiamente dicho. Y eso a pesar de que es cuadrado y de que hay que cargarlo cada dos noches o así.Una vez emparejado con el iPhone el Apple Watch se convierte en una especie de terminal remota que permite recibir notificaciones de aquellas aplicaciones que quieras, comprobar tu calendario, responder a mensajes escribiendo sobre la pantalla con el dedo –lo que después de un par de días deja de tener gracia–, on incluso llevar tarjetas de embarque. Pero como por una parte mi agenda no es tan de locos y como por otra al final siempre tienes que llevar el teléfono contigo para que el Apple Watch pueda hacer la mayoría de las cosas he terminado por desactivar prácticamente todas las notificaciones.
Aunque sí lo uso para registrar mi actividad física. Y me he dejado liar por la nada sutil forma que tiene el reloj de animarte a completar cada día los tres anillos de actividad que miden tu gasto de calorías, el ejercicio que haces, y las horas en las que te acuerdas de levantarte un momento. Y si no te acuerdas también te lo recuerda. También te deja competir con amigos y conocidos a ver quién suda más la camiseta.
El Apple Watch soporta un montón de actividades distintas y es capaz de recibir datos de varios modelos y fabricantes de máquinas de gimnasio si es que las usas para que puedas llevarte tus datos a casa; también hay aplicaciones de terceras partes que hacen uso de sus capacidades.
Como dispositivo para monitorizar tu actividad no depende tanto del iPhone; de hecho te lo puedes dejar en casa y el reloj seguirá midiendo tus esfuerzos gracias el GPS y altímetro integrados. También puedes llevarte tus listas de Apple Music en él. Eso sí, será mediante las aplicaciones Actividad y Salud del iPhone como le puedas sacar mayor partido a los datos que recoge permanentemente el reloj.
Así que…
El que el iPhone 8 no me haya sorprendido no es sorprendente. Es, en todo caso, una señal de madurez, pues hace mucho que el iPhone hace todo lo que necesito de él y que va a una velocidad más que suficiente; desde el iPhone 4 o así, diría yo.
Y esa misma impresión es la que tengo con el iPhone Xs y el Xs Max. Me parecen dos productos con un montón de tecnología que están a la espera de que los desarrolladores saquen algo que realmente la aproveche. Los juegos en realidad aumentada y el mejorar la forma en la que tiras a canasta no creo que sean prioridades para la mayoría de las personas que van a comprar un iPhone.
De hecho de los tres teléfonos presentados el que más me atrae es el iPhone XR porque incorpora muchas de las mejoras de sus hermanos mayores y más caros a un precio más asequible –asequible hablando de precios de iPhone, claro–. Y a falta de verla en persona no creo que el hecho de que incorpore una pantalla LCD –de menos resolución y contraste que la del Xs y del Xs Max– vaya a ser algo que preocupe mucho a quien se quiera ahorrar 300 euros.
Así que quizás sea cosa mía no recibir con entusiasmo cada nuevo modelo de iPhone desde hace algún tiempo. Pero también es cierto que hace años que sigo comprando iPhones porque tengo todo muy solucionado con ellos y me da pereza cambiarme a Android, aunque soy muy consciente de que los Android también son muy capaces. Así que según lo que presente Apple hoy empezaré a plantearme cual será mi nuevo iPhone cuando me toque devolver este.
Como decía más arriba me ha sorprendido más el Apple Watch. Aunque mientras no presenten uno redondo creo que estoy salvo.