Este reloj llamado Shortlife v3 muestra que la vida es breve, supuestamente con dos decimales de precisión. Lo de los decimales es un poco de coña, y para mi el chisme resulta un poco caro, quizá más digno de proyecto para hacer en casa que otra cosa, pero el concepto es lo importante, como suele suceder.
El chisme en sí tiene un display de cinco dígitos y viene en una caja de madera con una placa de metacrilato y un diseño bastante atractivo y un montaje artesanal. El brillo se puede ajustar y está pensado para una sola persona, como cabe imaginar.
La forma en que el reloj se programa es sencilla y requiere tan solo ajustar la fecha y hora. Los datos demográficos, que la verdad no son muchos, son la fecha de nacimiento, el género y la nacionalidad. He visto otros dispositivos y páginas web que recaban más datos para ganar cierta precisión: si fumas o no, si has pasado ciertas enfermedades o no o si realizas cierto tipo de actividades más o menos peligrosas.
Como alguna vez he dicho, la utilidad de este chisme, como la del reloj de pulsera Tikker que básicamente es lo mismo pero en versión compacta, es muy relativa. En mi experiencia, lo mejor que proporciona –más allá de la información– son las conversaciones que genera el aparato entre aquellas personas que lo ven. ¿Te gustaría saber cuándo vas probablemente a morir? ¿Ver a qué velocidad se agota tu vida útil? ¿Harías algo para cambiarlo? ¿Te da incluso yuyu pensar sobre el tema? Como sucede algunas veces, es un producto surgido de un concepto que parece ir más allá de lo normal.
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