La flexibilidad de los ratoncitos, como la de muchos otros animales (incluyendo pulpos y cucharachas, por mencionar algunos) es legendaria. Matthias Wandel se proposo comprobarlo rigurosamente y por eso creo este laberinto en Lego con una puertas mecánica controlada por ordenador para automatizar sus «experimentos».
Importante: ningún ratoncito sufrió daños en estos experimentos, más bien se hincharon a comer cosas ricas.
El año pasado Wandel hizo algo parecido taladrando agujeros de diversos diámetros y colocándolos a modo de puertas en los compartimentos en los que escondía comida a modo de «premios» para los pequeños roedores. Lo de este año es más sofisticado: un motor paso-a-paso que abre o cierra la puerta con precisión milimétrica. Se pone el premio, se suelta el ratón y a esperar.
El montaje está controlado por una placa de Raspberry Pi y cada paso del mecanismo cierra la puerta unos 0,3 mm. Según sus pruebas el ratón del experimento fue capaz de colarse con gran habilidad en un hueco equivalente a «una pieza y media de Lego», lo cual como bien sabemos equivale a 12 mm (poco más de 1 cm).