Por @Alvy — 15 de julio de 2015

Nacidos para anular el spam, distinguir a los bots de los humanos e impedir que los automatismos hicieran «cosas malas» surgieron los captchas… Y en aquel momento parecían una buena idea.

Pero al poco empezaron los primeros problemas: que si fallos de usabilidad, fiabilidad de las imágenes, frustración de la gente… Y llegado el siglo XXI todo parece haberse ido de madre, como en un futuro histérico en el que a cada paso hay que demostrar que eres humano..

Este histriónico vídeo de videogramedunkey es una hilarante sátira al respecto, por desgracia muy lejana de la realidad. Ahora mismo hay captchas –no necesariamente muy seguros– en los que debes calcular operaciones aritméticas, adivinar imágenes o escuchar un texto y teclearlo. «Pequeñas frustrantes tareas» para algo tan trivial como dejar un comentario en una página, recuperar una contraseña olvidada o comprar en una tienda. ¿Comprar en una tienda, dije?

Y es que he visto cosas que no creeríais: pedir captchas antes de registrar una nueva cuenta en un comercio, para suscribirse a un boletín o incluso para pagar por una compra. Si amiguitos: cuando la gente ha hecho lo más difícil en una compleja web y llega el momento de la verdad, de sacar la pasta y meter los interminables datos de facturación y envío… el tendero va y le pregunta si es humano en vez de coger su dinero y luego ya veremos. Porque anda que no sería fácil detectar compras fraudulentas, con el mismo origen, agrupadas en el tiempo… Algo tan ridículo que te deja pensando si el robot tontorrón acaso está al otro lado del comercio en vez de a este lado de la pantalla.

Mientras tanto, a divertirse, como en el vídeo: a demostrar que uno es más listo que un bot calculando ecuaciones, dibujando a la prima del Ecce Homo o resolviendo el teorema de Fermat en la casilla de un formulario. ¡Malditos captchas!

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