A pesar de sus formas redondeadas y de su cara de tuso tonto el coche autónomo de Google no ha conseguido ganarse el corazón de los agentes del FBI, que en un temor preventivo han alertado ya de que los coches sin conductor pueden ser utilizados como armas letales; sobre los cuchillos de cocina todavía no se han pronunciado.
Para ser justos el FBI admite los beneficios de los coches autónomos, aunque también anota esa posibilidad de que puedan ser usados para el mal, en actos terroristas o en persecuciones —persecuciones a la vertiginosa velocidad de 40 km/h, que es la velocidad máxima actual de los prototipos de Google.