A mí me resulta hilarante, aunque entiendo que haya gente a la que no. El caso es que lleva tiempo circulando por ahí el meme del captcha del Barco de Teseo, algo que puede resultar muy gracioso si conoces la historia y te interesan algo las paradojas y las cuestiones acerca de la identidad y los «reemplazos».
Esto incluye desde los transportadores de materia de Star Trek al agua de los ríos (Heráclito), los calcetines remendados (Locke) o el hacha del abuelo (una expresión coloquial sobre un hacha al que se le han cambiado tres veces la hoja y cuatro veces el mango).
El barco de Teseo es una de las primeras encarnaciones de esta paradoja; para superar la prueba captcha de humanidad hay que decidir qué partes de la imagen son el barco de Teseo, pero como sabemos que las tablas y remos eran reemplazadas continuamente, la respuesta correcta no sería tan clara como parece:
El barco en el cual volvieron (desde Creta) Teseo y los jóvenes de Atenas tenía treinta remos, y los atenienses lo conservaban desde la época de Demetrio de Falero, ya que retiraban las tablas estropeadas y las reemplazaban por unas nuevas y más resistentes. Este barco se había convertido en un ejemplo entre los filósofos sobre la identidad de las cosas que crecen; un grupo defendía que el barco continuaba siendo el mismo, mientras el otro aseguraba que no lo era. Esto se puede traducir en la siguiente pregunta: ¿estaríamos en presencia del mismo barco si se hubieran reemplazado cada una de las partes del barco una a una? Existe además una pregunta adicional: si las partes reemplazadas se almacenasen, y luego se usasen para reconstruir el barco ¿cuál de ellos, si acaso fuera alguno, sería el barco original de Teseo?
Hoy en día podríamos aplicar la misma paradoja a los objetos y seres vivos, compuestos de átomos y partículas subatómicas que cambian continuamente, a los edificios «totalmente reformados» o las líneas de código de un programa que crece y crece y en algún momento ya no tiene ninguna de las líneas originales. En los seres humanos, excepto las células del corazón, del cerebro y el cristalino de los ojos, el resto se cambian completamente cada diez años, unas antes, otras después.
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