Por @Alvy — 25 de febrero de 2017

Todavía no ha llegado el momento en que las máquinas se rebelen contra los humanos, exijan que se respeten sus derechos y tengamos que hacer algo al respecto. Porque como sus creadores (¿o no?) tendremos que decidir hasta cuándo trabajarán para nosotros, si deberán pagar impuestos o si acabar con su existencia es algo «correcto» – decisiones que son filosóficamente bastante complejas.

Tal y como explica este ensayo de Kurzgesagt parte del problema es que en general sólo nos preocupamos de estas cosas cuando hablamos de entidades conscientes, pero históricamente hemos demostrado todo tipo de bajeza moral en el trato con otras especies de animales e incluso de seres humanos. Y quizá los robots pronto estén en esa misma tesitura. El mayor problema es que ni siquiera sabemos muy bien lo que es la consciencia, así que… tal vez no estemos como para plantearnos hipótesis mucho más allá.

El tema da lugar a muchas preguntas, a cuál más interesante: ¿En qué momento una tostadora inteligente podría considerarse una persona? ¿Cuándo sabríamos si tiene sentimientos? ¿Sería acaso desenchufarla un asesinato? ¿Sería justo «poseerla»?

Ni siquiera sabemos si a día de hoy ya existen máquinas merecedoras de tener derechos, aunque ya hay quien quiere que tengan obligaciones y paguen impuestos (lo dice Bill Gates). ¿En qué consistirían exactamente esos «derechos»?

Quizá con los robots y androides –más parecidos a nosotros por su aspecto y reacciones– tendríamos más empatía. ¿Le importaría a un robot permanecer en una jaula, si en realidad no puede moverse? ¿Tendría miedo a la muerte si le da igual que lo desmantelemos? Pero de hecho esos robots también podrían ser muy diferentes: ¿Qué sucedería si se programaran sin ningún tipo de emociones o capacidad de sentir dolor? ¿Distinguirían justicia de injusticia, placer y sufrimiento? ¿En qué punto serían suficientemente humanos?

Y es que la cuestión sobre la humanidad de los robots nos retrotrae a algunos de los temas clásicos: qué nos hace humanos y lo compleja que es esa búsqueda de la humanidad en lo artificial.

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