Por @Alvy — 14 de septiembre de 2019

Estos veinte minutos de entrevista con el profesor de informática y experto en computación cuántica Scott Aaronson son muy densos y dan para muchos temas. Lanza muchas preguntas –que es lo interesante– especialmente sobre el tema de la consciencia en las máquinas, uno de mis favoritos. Está en el canal de Science, Tech and the Future –que es un poco fringe y marginal, todo sea dicho– y hasta podría entrar en la calificación de pajamentalero. Pero está entretenido para desconectar y pasar un rato.

El título proviene de un trabajó que publicó hace unos años el mismo Aaronson con el título The Ghost in the Quantum Turing Machine hablando de física, libre albedrío, azar y muchas cosas más. Por el camino se habla de la paradoja de Newcomb (y en cierto modo del experimento mental del Basilisco de Roko), de la entropía y la flecha del tiempo y del teorema de no clonación.

Entre otras cosas viene a plantearse la cuestión de si el cerebro humano es «clonable» o no, probablemente lo segundo. Si fuera copiable de forma obvia alguien podría copiar un cerebro en una especie de simulación, hacerla funcionar más rápido (o revertirla) y «adivinar qué iba a hacer» o «qué hizo» alguien, incluso demostrándole incluso a ese ser copiado que no tiene libre albedrío. ¿Qué sucedería si se matara a la copia o copias? ¿Podría hacérsela sufrir amenazándola con eliminar a otras copias iguales? Razonando como en el argumento de Nick Bostrom en «¿Vivimos en una simulación?» nosotros ya seríamos esas copias. ¡Chungo! Sin embargo el teorema de no clonación no permitiría hacer una copia cuántica de nuestro cerebro, de modo que en cierto modo tendríamos una «privacidad» especial. Aunque no estaría muy clara la relación de eso con la consciencia como tal.

Otra cuestión interesante –definiciones aparte, claro– es si se puede poner un límite físico a la «cantidad de consciencia» de un sistema físico. Explicado en plan rápido: sabemos que una persona tiene algo que llamamos consciencia, pero, ¿lo tiene una piedra? ¿una célula? ¿un ordenador avanzado? ¿una molécula? ¿un átomo?

Curiosamente conocemos los límites a la cantidad de computación y almacenamiento que puede haber en un sistema físico, que dependen básicamente de su tamaño. Por ejemplo, en una esfera es de unos 1069 qubits por metro cuadrado de superficie; y el número de pasos computacionales que se pueden ejecutar en toda la existencia desde el Big Bang tienen un límite similar. ¿Cuál sería el mínimo para afirmar que en esa computación cuántica hay consciencia? En el Universo desde luego lo hay (¿o no?), también en un ser humano… ¿Somos diez o cien veces más «conscientes» que una rana simplemente porque somos más grandes? ¿Se podría llegar a razonar que incluso un electrón tiene algún tipo de consciencia?

Todo esto es la parte que me pareció más interesante de la entrevista, pero el resto contiene muchas más preguntas todavía, y algunos datos y conceptos llamativos, desde el solipsismo a los códigos de corrección de errores en computación cuántica o la necesaria aplicación de la navaja de Occam para zanjar algunas cuestiones. Tan entretenido como apasionante.

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Nota: Aunque a veces los términos consciencia y conciencia son según el diccionario sinónimos prácticamente intercambiables, en el contexto de la inteligencia, la neurología y la filosofía son bastante diferentes. Consciencia suele aplicarse para el «autoconocimiento de la propia existencia» (ej. «recuperar la consciencia tras haber estado anestesiado») y conciencia cuando además de eso hay ciertas implicaciones morales (ej. «ser consciente de que golpear con un palo en la cabeza a alguien está mal»).

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