Por @Alvy — 20 de julio de 2022

A raíz de haber estado viendo una conferencia sobre ingeniería antigua descubrí el canal de Isaac Moreno Gallo, un ingeniero e historiador que tiene en su canal otra conferencia magistral a la par que fascinante sobre la ingeniería romana de calzadas y acueductos. Es una de esas perlas que debería tener millones de visitas; la pasión que le pone a la presentación y el amor por el conocimiento y su divulgación que desprende son difíciles de igualar.

La charla es larga y densa, de modo que está dividida en cuatro partes de aproximadamente una hora cada una, aunque las dos últimas son de preguntas/respuestas (que también están muy bien). Es una colaboración del autor con la gente de Locos por nuestra historia, una comunidad apasionada por la Historia en general. Un detalle precioso es que de casi todo hay fotografías detalladas, porque el propio Moreno ha visitado muchísimos de esos lugares para documentarlos; de hecho también participó en la serie Ingeniería romana: el ingenio de Roma al servicio del pueblo, de RTVE, que puede verse online, para la cual se crearon algunas espectaculares infografías animadas.

Bueno, pero… Aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?

– Reg
(La vida de Brian, 1979)

Lo más interesante de la charla son para mi los aspectos técnicos, claro: cómo los romanos usaban la matemáticas, geometría y física de la época en lo que Moreno llama ciencia empírica: ir construyendo a escala, ampliando modelos, viendo lo que funcionaba y lo que no. Eso desmitifica mucho lo que sabían los romanos y lo que no; por desgracia no ha llegado mucho hasta nuestros días en forma de libros. A base de poco más que ensayo-y-error daban con reglas, tablas de valores y aplicaciones prácticas de esos conocimientos. Como ejemplo: podían no conocer la fórmula física de la presión del agua sobre una tubería cilíndrica, pero sabían cuál era la resistencia de una tubería de plomo, arcilla o madera de tal sección para tal altura. Y así con todo: arcos, calzadas, puentes, acueductos, viaductos…

Tuberias romanas / Isaac Moreno Gallo

Otro aspecto que recalca el experto repetidas veces es la importancia de contar con datos científicos comprobables a la hora de examinar la historia. Por eso en muchas cuestiones no puede dar más que una opinión. Y por eso critica tanto que a cualquier cosa que la gente se encuentra en las afueras de su pueblo las llame «ruinas romanas», porque suelen ser obras de épocas posteriores, de la edad media o incluso del renacimiento o más tarde, a veces incluso entre las más «famosas». Esto incluye puentes y calzadas de las que se han encontrado los planos y proyectos originales, de hace siglos, demostrándose que no eran romanas.

Otra curiosidad que menciona es que una gigantesca parte de todos aquellos conocimientos no han llegado hasta nuestros días: existían en escuelas y libros, pero la Edad Oscura y el Medievo cayeron como una losa sobre todo lo que fuera el saber científico. La Iglesia y los monjes, que pasaron a ser los únicos que sabían leer y escribir, sólo estaban interesados en sus «cosas espirituales», y en otra vida mejor en el más allá, de modo que muchos de aquellos libros prácticos sobre el «más acá» se deterioraron, olvidaron y perdieron para siempre. Cita a Carl Sagan cuando dijo que si el imperio romano no hubiera caído, probablemente habríamos llegado a la Luna en el año 1.000. Y viendo en detalle cómo era su ingeniería, a veces que en verdad lo parece.

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