Por @Alvy — 24 de julio de 2015

Nuestro admirado «Engineer Guy» resume en este vídeo la historia del origen de las norias, esas gigantescas y poco apreciadas bestias de la ingeniería que hoy en día pueden verse en parques de atracciones y ferias itinerantes, además de como «monumentos permanentes» en ciertas ciudades. Su nombre en inglés, Ferris Wheel proviene del apellido de George Washington Gale Ferris, Jr. que fue quien la inventó.

Cuentan que en 1893 se celebraba la Exposición Mundial de Chicago, y los estadounidenses querían crear una maravilla que mostrara su poderío en el campo de la ingeniería. El reto era superar a la espectacular Torre Eiffel que se erigió en 1889 con motivo de la Expo de París. Ferris planteó construir una noria de más de 80 metros, que por aquella época sería más alta que el mayor rascacielos de Chicago o que la Estatua de la Libertad (sin contar el pedestal).

Trabajando con cientos de ingenieros y expertos en construcciones similares montaron el soberano coloso de metal con 100.000 piezas. Tenía 36 cabinas, cada una para 40 pasajeros, y tardaba unos 20 minutos en dar dos vueltas completas: una para disfrutar las vistas, otra para que la gente subiera y bajara. Funcionó sin interrupción durante toda la feria y también en los años posteriores.

A diferencia de la Torre Eiffel tras haber transportado a unos 2,5 millones de pasajeros fue demolida en 1906 con una carga de 90 kilos de dinamita. Por suerte la historia de las norias no acabó ahí y se siguieron construyendo en todas partes del mundo. Actualmente la más alta es la High Roller de Las Vegas (167 metros), mientras que la conocida London Eye, que nos pilla algo más cerca, es la cuarta en el ranking, con 135 metros de altura.

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