Por Nacho Palou — 1 de agosto de 2016

Pocas veces el lanzamiento de un disco había sido tan literal. La productora Third Man Records optó por este ejercicio para llamar la atención: lanzar un disco a la estratosfera elevándolo con un globo hasta casi 30 km de altura mientras suena la música.

Durante la hora y veinte minutos que dura la ascensión el tocadiscos espacial, diseñado para la ocasión, reproduce la música del disco de vinilo A Glorious Dawn de la serie Cosmos, de Carl Sagan — «para rendir tributo a tan increíble científico y soñador.»

La complejidad del asunto estaba precisamente en que el tocadiscos debía seguir funcionando y reproduciendo el disco durante toda la ascensión. Y los tocadiscos no se caracterizaron nunca por su resistencia a los golpes y vibraciones que hacen saltar la aguja. Además el disco debía resistir los cambios de temperatura y de presión y la hostilidad de un entorno donde una persona perdería el sentido en cuestión de segundos y básicamente comenzaría a morir rápidamente.

A 30 km de altura la atmósfera es muy poco densa, por lo que los objetos expuestos al sol pueden calentarse mucho muy rápidamente. Sucede lo contrario cuando quedan a la sombra. Como el vinilo de un disco de derrite a una temperatura relativamente baja, a unos 70 grados se vuelve maleable, para evitar que el disco se deformara el tocadiscos lo mantenía refrigerado, el mismo motivo por el que el tocadiscos está envuelto en papel térmico.

A los 28777 metros de altura el globo explota, debido a la menor presión atmosférica, y el tocadiscos empieza a caer a tierra; la aguja se separa del disco para proteger ambos elementos y se coloca en posición de caída. El tocadiscos desciende hasta tierra con un paracaídas. Cuando toca tierra en un viñedo el tocadiscos espacial sigue funcionando.

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