Por @Alvy — 21 de abril de 2018

Es una especie de gigantesca chimenea experimental de 100 metros de altura situada en Xi'an (en Shaanxi, una provincia al norte de China) pertenece un poco al mundo al revés: en vez de expulsar gases tóxicos a la atmósfera los absorbe y filtra para mejorar la calidad del aire. Es la más grande del mundo y en total se traga 10 millones de metros cúbicos de aire al día; es capaz de mejorar la calidad del aire reduciendo el valor de las partículas en suspensión de 300 (en el exterior) a 60 (en el interior).

La chimenea tiene filtros para las partículas denominadas PM10 (de un tamaño de 10 μm) y PM2.5 (de 2,5 μm) que es como suelen medirse en todas las ciudades el TPS («total de partículas en suspensión en el aire»). La parte inferior de la chimenea es un gigantesco invernadero con plantas que, apropiadamente, mide tanto como un campo de fútbol. La electricidad necesaria para absorber el aire desde el exterior es de origen limpio: energía solar obtenido a través de paneles.

Naturalmente por grande y descomunal que sea la chimenea y por muchos millones de metros cúbicos que se trague eso es comparativamente poco cuando se tiene en cuenta la cantidad de aire contaminado que hay sobre cualquier ciudad. Por hacer números: los 10 millones de m³ se pueden imaginar como un gigantesco cubo de unos 200m de lado, 200×200m de base, como una gran manzana de viviendas. En cualquier caso han calculado que una chimenea como esta puede reducir a lo largo del día el valor de las PM2.5 entre el 10 y el 20 por ciento en un área de unos 10 kilómetros cuadrados – lo cual no está nada mal.

Con un buen número de estas chimeneas repartidas estratégicamente por la ciudad se cree que se podrían mejorar bastante las condiciones del aire, al menos en los momentos en que se superen las condiciones de forma alarmante, como cuando en algunas ciudades chinas (en un área de un millón de kilómetros cuadrados en todo el país ha habido más de 500 y a veces 1.000 μg/m³ de PM2.5 cuando el máximo permitido en ciudades europeas es de unos 25 y el «valor objetivo anual» recomienda la OMS que sea un 10 μg/m³.

A pesar de estos interesantes inventos –que todavía están en fase experimental– la forma más efectiva de luchar contra la contaminación sigue siendo reducir el consumo de las centrales de carbón y otros combustibles fósiles, tanto en industrias como edificios y el transporte.

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