Estos días (12-15 abril) se cumple el 105º aniversario del primer y fatídico viaje del RMS Titanic, una de las más notables catástrofes del siglo XX y cuyo interés ha continuado hasta nuestros días. Buena prueba de ello son los innumerables documentales y la famosa película de James Cameron, Titanic (1997) que cumple 20 años y tantos éxitos cosechó.
Al respecto y como recordatorio en The Meta Picture han publicado una larga lista titulada Some of Titanic’s Darkest Secrets donde intentan matizar y explicar algunos de los detalles «poco conocidos» o «confusos» de la historia – pero para su desgracia tampoco aciertan al cien por cien. Curiosamente muchos de esos detalles tienen que ver precisamente con las diferencias con la película, que a este paso tiene pinta de convertirse en algo más «real» que la propia catástrofe – de hecho algunos milénicos despistados se preguntan si eso del Titanic no era «sólo una película» o si Jack y Rose no eran «personajes reales».
Lo cierto es que puede que en la memoria colectiva los personajes de Leonardo Di Caprio y Kate Winslet acaben siendo más asociados a sus personajes, como Charlton Heston lo fue con el Moisés de Los diez mandamientos.
En cualquier caso estos son algunos de los detalles que conviene conocer (y más me llamaron la atención de la lista):
- La película tuvo un coste mayor que el propio Titanic. Más o menos: el coste de la embarcación en 1912 fue de 7,5 millones de dólares, equivalentes a unos 400 millones hoy en día. El presupuesto de la película hace 20 años fueron 200 millones, unos 300 millones de hoy.
- No hubo simulacro de emergencia. Por diversas circunstancias el simulacro que suele hacerse para explicar a los pasajeros de los cruceros qué hacer en caso de emergencia se pospuso cuando el RMS Titanic zarpó; estaba previsto para la mañana siguiente al accidente.
- No había suficientes botes. Esto es algo que se recalca en la película. Aunque el artículo de The Meta Picture dice que sí los había, en realidad no es así: tan solo se usaron 18 de los 20 botes salvavidas, que tenían en total una capacidad para 1.178 personas… y viajaban 2.224 en total. Hay registros detallados de cada bote y quiénes iban en ellos. 712 se salvaron por ir en los botes y 1.512 perecieron en las aguas – nada de tablas XXL en la realidad, frente a la ficción. Por otro lado, es cierto que el barco cumplía las normas de navegación de la época, que no obligaban a contar con una plaza de emergencia para cada ocupante (norma que se modificó desde entonces), y también que no todos los botes que se lanzaron al mar iban completos (por las prisas, la complicación del rescate y porque para ir completos algunas personas deberían haberse mantenido de pie en aguas tranquilas). La cuestión es que al considerarse el Titanic insumergible y con tal tamaño se confiaba en que en caso de problemas otros barcos pudieran llegar a tiempo a un hipotético rescate.
- La escena en la que los músicos continúan tocando sus instrumentos es cierta. Se sabe que los ocho músicos de la orquesta del Titanic se quedaron tocando en el barco mientras el Titanic se hundía, al principio en el salón de primera clase, luego en la cubierta.
- El SS California estaba suficientemente cerca como para haber ayudado al Titanic, pero un fallo en las comunicaciones lo retrasó. Según parece el operador de radio ya estaba acostado a la hora a la que el Titanic emitió la señal de socorro, pasada la medianoche. Y aunque algunos marineros vieron las luces de emergencia del Titanic no entendieron a qué podía deberse; tampoco recibieron respuesta a sus señales en morse con una linterna. Como al poco tiempo desaparecieron las luces pensaron que el barco simplemente había seguido su camino. Finalmente a las 4 de la madrugada vieron señales luminosas que resultaron ser del RMS Carpathia, otro de los barcos que acudió al rescate, y fue entonces cuando establecieron comunicación.
- Se cree que con 30 segundos más de anticipación al avistar el iceberg el Titanic se hubiera salvado. Es solo una suposición, pero bien podría ser cierta. Lo curioso de este dato es que se sabe –de primera mano– que hubo algún tipo de problema por el que los vigías de la torre de observación no pudieron trabajar con los habituales prismáticos, quizá porque estuvieran perdidos. (Esto se menciona también en la película). Quién sabe si con ayuda de los prismáticos hubieran podido ver un poco antes el iceberg para haberlo evitado.
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