Por @Alvy — 7 de noviembre de 2018

Al Rey Arturo y sus caballeros de la mesa cuadrada encarnados por los Monty Python les lanzaron una vaca –o misil vaquístico– quizá desde una vacapulta, pero más probablemente desde un trabuquete o fundíbulo (trébuchet en francés e inglés). Su otra aparición estelar en la cultura popular fue años después en el lanzamiento de piano que lleva a cabo Chris Stevens en uno de los episodios de Doctor en Alaska, poesía en sí mismo:

Citas de Kierkegaard y música de Strauss aparte, lo cierto es que estos curiosos ingenios militares de la antiguedad son una maravilla. Pueden levantar enormes y pesados objetos y lanzarlos a decenas o cientos de metros, utilizando únicamente la fuerza de la gravedad y un ingenioso mecanismo de poleas y contrapesos.

Sólo cabe imaginar el terror que podían sentir nuestros antepasados ante tales armas durante un asedio, viendo caer rocas, bolas de fuego o quizá incluso algo peor sobre sus cabezas: los animales muertos, barriles de brea y «negociadores que no habían tenido éxito» entraban entre las macabras posibilidades.

Tom Stanton recomienda esta página con más información sobre estos ingenios. Él mismo se dedica, como puede verse en el vídeo, a fabricar y optimizar trabuquetes. Primero los construye a escala; luego prueba a variar la forma de la estructura, los contrapesos y la honda hasta lograr un resultado óptimo. Finalmente sale al jardín de su casa y los construye a tamaño real (o casi). Utilizando pesas y grandes vigas de madera lanza todo tipo de proyectiles más allá de sus confines – suponemos que con la seguridad de que no le caerán a nadie en la cabeza.

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