Estos días se cumplen 25 años de la entrada en funcionamiento de AltaVista, el primer y quizá más legendario motor de búsqueda de Internet… Lo que nos recuerda que no siempre existió Google para «encontrarlo todo». Ernie Smith ha publicado un artículo con muchos detalles sobre la revolución que supuso y la complicada historia detrás de la tecnología de Digital Equipment Corporation (DEC): An Alternate AltaVista Search Engine History Lesson For Internet Nerds. AltaVista fue, básicamente, «un experimento pensado para servir de demostración de un hardware, y no como un negocio»… Quizá de ahí su extraño final cuando fue destripado y degollado finalmente por Yahoo en 2013.
AltaVista era el Google de su época. La versión original (altavista.digital.com, ahora reconvertida en museo) funcionaba con dos discos duros en dos servidores llamados Scooter y Turbo Vista, que sumaban 270 GB; obvio es recordar que hoy en día hay teléfonos móviles con más capacidad de almacenamiento. Aquellas máquinas eran de lo mejor de su época, con procesadores DEC Alpha RISC de 64 bits y 1 GB de memoria RAM. Una de las máquinas rastreaba la World Wide Web –por aquel entonces todavía razonablemente pequeña– y la otra la indexaba y servía a quienes solicitaban las búsquedas.
El problema es que sus creadores no sabían para qué usarlo más allá de para demostrar la potencia del hardware de DEC de la época. Como buscador era buenísimo –estuvo en los ránkings junto a Google y Yahoo incluso hasta el año 2000– pero nadie pensaba que las búsquedas en internet fueran un buen negocio para DEC. Craso error. Eso hizo que con el paso del tiempo otros lo superaran, AltaVista intentara reinventarse como «portal» a destiempo y acabara adquirido por su pseudorival Yahoo, que le chupó la tecnología más interesante y finalmente lo mató, casi como «para que dejara de sufrir», como quien dice.
El artículo de Smith profundiza bastante en lo que sucedió entre bambalinas en DEC durante aquella época, en las diversas etapas por las que atravesó AltaVista hasta que desapareció y en la importancia histórica de la «arqueología digital» de este tipo de proyectos.
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