Por @Wicho — 24 de agosto de 2012

Soy un carácter

Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente.

Seguro que cuando allá por 1995 Ivan Goldberg se inventó a modo de broma el «Síndrome de adicción a Internet» en una lista de correo de profesionales de la salud mental nunca pensó que esa broma perduraría años después...

Convertida casi en artículo de fe y en fuente de numerosos estudios que la tratan como un serio problema.

Pero lo cierto es que tal adicción a Internet no deja de ser un mito y nunca ha estado recogida en los manuales que se utilizan para diagnosticar enfermedades mentales, lo que no es óbice para que muchos padres se preocupen seriamente de los peligros que Internet puede suponer para sus hijos.

Esto es a causa, por desgracia, de que a muchos Internet simplemente les suena a algo tan desconocido que ni se plantean la posibilidad de llegar a entenderla y mucho menos de usarla.

En su lugar se descansan en lo que les puedan contar a los niños en los colegios, donde por desgracia muchas veces tampoco es que les den una visión muy equilibrada del asunto.

Dejando aparte el hecho de que a muchos profesores el tema de las nuevas tecnologías e Internet les ha caído como llovido del cielo -o más bien de las decisiones de los políticos en busca de titulares en los medios de comunicación- sin recibir la formación adecuada para incorporarlas en el aula, lo que en muchos casos suplen con enormes dosis de buena voluntad, a menudo en los colegios se recurre a charlas de expertos de la Policía o la Guardia Civil para alertar a los niños de los peligros de Internet, que nadie puede negar que existan.

O en algunas ocasiones a supuestos expertos en Internet a los que buscas en Google por su nombre y ni aparecen.

Pero en mi opinión sería mucho mejor que los padres asumiéramos que Internet forma parte no ya de la vida de nuestros hijos sino de las nuestras, y que hiciéramos el esfuerzo por ponernos al día y recorrer ese camino con ellos.

Foto: Digital natives (CC) por Thomas Angermann
Digital natives -Foto CC Thomas Angermann

Hay que perder el miedo a hacer el ridículo ante los supuestos nativos digitales que son nuestros hijos, pues como ya he comentado en alguna ocasión, no creo que exista tal cosa sino que todos somos inmigrantes digitales, y más al ritmo que cambian las cosas en la Red.

Hay que evitar, en especial cuando empiezan a moverse por Internet, que lo hagan a solas con un ordenador en su habitación; es mucho mejor que usen un ordenador situado en una zona común de la casa, aunque eso no quiera decir que estemos vigilando cualquier clic que hagan y cualquier sitio que visiten.

En esta línea, tampoco sirven de nada los filtros que bloquean ciertas direcciones web o que impiden el acceso a aquellas que contengan ciertas palabras clave, pues siempre habrá páginas que escapen a estos filtros.

Es mucho mejor hablar con los niños y explicarles las cosas, decirles que puede haber contenidos no adecuados para su edad, y educarlos para enfrentarse a ellos.

Y sí, con toda certeza van a ver desnudos y pornografía en Internet, pero forma parte de nuestra responsabilidad como padres haberlos educado para enfrentarse a eso, igual que lo forma convertirlos en personas, que es algo que no es responsabilidad del colegio a pesar de lo que muchos piensan y hacen.

Al final, como siempre, se trata de utilizar el sentido común e inculcárselo a ellos: igual que no les dejamos -o no deberíamos- estar delante de la tele todo el día, o que les decimos que no se vayan con un desconocido que les hable por la calle, hay que trasladar esas ideas al uso de Internet.

Internet es una de las mejores cosas que le ha pasado a la humanidad, pero como pasa con casi todas las cosas, demasiado de algo bueno acaba siendo malo.

Así que aunque nuestros hijos no vayan a ser unos adictos a Internet, sí hay que tener cuidado en que no hagan un uso excesivo e inadecuado de esta.

Pero por lo demás, hay que perderle el miedo.

Usada correctamente, Internet no es el demonio ni aísla a la gente sino todo lo contrario; yo no puedo dar cuenta de todo lo que he aprendido gracias a ella y de la cantidad de personas a las que hoy considero mis amigos que he conocido a través de ella.

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