Por @Alvy — 20 de noviembre de 2019

Hace unos días el Centro de innovación Plexal británico invitó a Alan Kay y otros personajes de la cultura de Internet local a compartir sus vivencias personales de las décadas prodigiosas del nacimiento de Internet con motivo de las celebraciones por el 50º aniversario de Internet. Ni que decir tiene que la una charla de Kay es oro puro y en esta están concentrados en poco más de media hora con la sagacidad y sapiencia que le caracterizan.

Kay habla de los pioneros de todos los campos que dieron lugar a Internet y a la computación personal, muchos de los cuales pasaron por el centro de investigación Xerox PARC de un modo u otro, como es bien sabido. Se remota a la gente que inventó el rádar (invento conjunto de británicos como Tizard y estadounidenses, que acabó desarrollándose y fabricándose masivamente con ayuda del MIT) y que contribuyó enormemente a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Bannevar Bush se preguntaba entonces cuán interesante que toda la información de un desarrollo conjunto de este tipo de científicos de todo el mundo estuviera en hipertexto, enlazado y compartido, algo que llamó memex. Como recuerda Kay «…y si la idea del “memex” nos resulta familiar es porque hoy todos llevamos uno en el bolsillo».

También menciona a los equipos de Bletchley Park y a figuras como el grupo de Manchester, con ordenadores muy avanzados para su tiempo. Por desgracia para los británicos, como dice, «entonces llegó IBM y compró todo eso tan bueno allá por los años 50 y 60». A este respecto hace énfasis en que muchos de los desarrollos tecnológicos de la época se hicieron por miedo –miedo a «los soviéticos y al Sputnik»– y que eso siempre ha sido un gran aliciente para que los gobiernos soltaran pasta a lo largo de la historia.

Mientras tanto gente como Licklider pensaba que los ordenadores servirían para aumentar nuestro intelecto, que serían una especie de amplificadores universales, y por suerte consiguió dinero en 1962 del gobierno y también un montón de doctorados pagados por la ARPA para inventar cosas – y de ahí a Internet había sólo un paso. Por ahí se mencionan a Kleinrock, Paul Baran y Don Davies y también a Douglas Englebart, con el sambenito de «ser el creador del ratón», aunque ese invento a él le parecía una «nimiedad» y las menciones algo tan absurdo como entrevistar a George Orwell y preguntarle todo el rato por su «máquina de escribir».

Como curiosidades habla también de la Aloha net de la Universidad de Hawaii que hizo repensar el sistema de difusión de paquetes (por los precios de las comunicaciones de entonces), lo que llevó al surgimiento del ethernet. Y de cómo muchas de las reuniones y «demostraciones» de la época eran en fiestas como una que celebraron en la que se usó el primer sistema de voz IP: fue en medio de una barbacoa en California y la señal llegó sin problemas hasta Washington.

El equipo original de Xerox PARC eran pocas personas, excepcionalmente brillantes para Kay, «gente especial» como las que pocas veces se han reunido. Parte de su éxito fue que no se esperaba de ellos nada especial: se les dejaba usar sus propios métodos y perseguir sus intereses. En general todo el mundo enfocaba los problemas de forma ligeramente diferente, esa era su grandeza. Luego, cuando pedían cosas, lo hacían pensando a lo grande: Licklider dirigió un memorando una vez a los «Afiliados de la Red de Ordenadores Intergaláctica» porque sabía que los ingenieros sólo le iban a dar luego el mínimo exigible, así que si de ahí salía una red planetaria que era lo que quería, se daba por contento.

En la página web del evento pueden encontrarse hiperenlazados algunos de los trabajos mencionados, de modo que quien necesite documentación sobre los orígenes de estas tecnologías o algo más sobre las personas que estaban detrás de ellas allí encontrará material, desde el Augmenting Human Intellect de Engelbart (1962) al The Power of Context del propio Alan Kay (2004).

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