Hace bastantes meses, casi un año ya, decidí darle la oportunidad a Brave de convertirse en mi navegador habitual. Competía con Chrome, que había desbancado mucho antes a Firefox en mi equipo. El caso es que la excesiva lentitud del navegador de Google, su voracidad de recursos y los cuelgues raros continuos terminaron por hartarme. No me arrepiento del cambio. Desde entonces Brave me sirve bien y sigue siendo a día de hoy mi navegador por defecto, que es lo mejor que se puede decir de este tipo de software hoy en día.
Como Chrome, pero distinto (y mejor)
Brave es un navegador basado en Chromium que se mantiene completamente actualizado en cuanto a la tecnología subyacente. En el momento de escribir esto va por la versión 1.52.130, que equivale «por dentro» a la 114.0.5735.198, exactamente la misma que Google Chrome para OS X. Así que si uno se actualiza, el otro también. Utiliza Blink como motor de renderizado y V8 como JavaScript. Por toda esa parte, sin problemas.
Brave está disponible para OS X, Windows, Linux, iOS y Android, más que suficiente para mis necesidades. La competencia en el mundillo de los navegadores es tan brutal que con el simple hecho de instalar uno te facilitan importar automáticamente los marcadores, historial y demás, aparte de configurarse como «navegador por defecto». Así que en un minuto tienes hecho el cambio.
Lo mejor de Brave
He aquí una lista de lo que más me gusta, se adapta a mi estilo de trabajo y funciona bien en Brave:
- Aspecto limpio y bien diseñado – La interfaz es sumamente limpia, con las pestañas en la parte superior de la página –donde se puede eliminar el título de la ventana–, la barra de navegación junto con iconos básicos (añadir marcador, información, plugins, ajustes) y a continuación la barra de marcadores –opcional– con sus tipografías e iconos adecuados. Se pueden añadir o quitar más elementos, elegir colores y temas. Son los mismos que de la Chrome Web Store, y todo ello para varios perfiles independientes, donde el único fallo es no poder personalizar el avatar. Comparado con Firefox, Opera o Bing, es mucho más elegante visualmente, afinado al píxel.
- Potente y rápido – Se pueden abrir decenas e incluso cientos de pestañas con páginas web a la vez. Lo hago cada día con marcadores guardados en carpetas, usando el botón derecho y la opción «Abrir todas». Brave cargará las páginas sin saturar la memoria del equipo y tan rápido como sea posible. En las páginas que no necesitan actualización mantendrá el consumo de recursos al mínimo; en cuanto se pasa a revisarlas se actualizan; se puede incluso configurar el ahorro de memoria y de energía según la batería. Además de eso incluye un icono para saber qué pestaña tiene el sonido activado, pudiéndose silenciar o cerrar. Raro es que se cuelgue algo, si acaso algún JavaScript muy rebelde, pero es poco habitual.
- Protecciones – Bajo este nombre y el de Escudos Brave en la barra de navegación se engloban todos los bloqueos de rastreadores y publicidad, una de las funciones más promocionadas por Brave. No hace falta usar extensiones como AdBlock o sus variantes; el efecto que consiguen los Escudos es el mismo. Incluso bloquea los absurdos «consentimientos de cookies» con cierta habilidad. Con un sencillo botón –activado por defecto– se pueden activar o desactivar para cada sitio web, e incluso personalizar, bloqueando scripts o no, cookies o no, fingerprinting o no… También se puede acceder en los ajustes a unos Filtros de contenidos muy potentes que están creados por la comunidad (Fanboy, Easylist, Ublock…), y elegir cuáles activar. También se pueden evitar las páginas APM, reemplazándolas por las normales, y el comportamiento de los contenidos de las redes sociales incrustadas (Twitter, Facebook, LinkedIn), a nivel global, permitiendo que se «conecten» y transfieran datos de otras páginas o no. Visualmente, Brave informa siempre de cuántos rastreadores se han detectado y bloqueado en cada página, con un pequeño numerito delator.
- La barra de botones verticales – Parece una tontería pero muchos de los marcadores que suelo guardar en la barra los renombro con una sola letra, guiándome visualmente por el icono, para que quepan más. Esta función es similar, y además se puede colocar en el lateral de la página, donde molesta menos porque suele haber espacio de sobra. Funciona bien porque cada icono identifica una web. En la barra de marcadores sigo guardando principalmente carpetas con abreviaturas y alguna que otra URL secundaria; el caso es que puedo tener muchas más a mano.
- Gestión ágil de los marcadores – Añadirlos, moverlos, reordenarlos… Todo está a unos pocos movimientos de ratón, pudiendo además moverlos de unas ventanas y pestañas a otras, por carpetas, en los menús, etcétera. Muy cómodo.
- Las extensiones – Funcionan todas sin problema. He probado decenas, de las más comunes a las más experimentales, y sin incompatibilidades. Uso habitualmente entre 5 y 10. También se pueden utilizar sin problema las Progressive Web App (PWA) y arrancan notablemente más rápido que en Chrome.
- Brave Sync – Permite sincronizar el navegador en sus diferentes encarnaciones: OS X, Windows, Linux, iOS y Android afinando exactamente qué se sincroniza: marcadores, historial, pestañas, contraseñas… No es algo demasiado innovador ni diferenciador, pero conveniente. A mi la versión móvil de Brave no me termina de convencer, pero tampoco es que la use mucho, la verdad.
- Potente búsqueda interna – Esto siempre viene bien. Estando en los ajustes, un clic en la lupa (o Comando+F) permite buscar cualquier palabra de la configuración, para encontrar rápidamente textos como «contraseñas», «scripts» o cualquier otra opción que no resulte muy visible.
- Buscador configurable – Aunque se puede optar por usar el clónico y reciente Brave Search –inferior a Google, la verdad– también se puede hacer que la búsqueda por defecto vaya a Google, Bing, DuckDuckGo u otros. Incluso se pueden utilizar accesos directos precedidos de : (dos puntos) o @ (arroba) para cambiar sobre la marcha (ej: :b para buscar algo en Bing, @marcadores para buscar en los marcadores).
- Gestión de contraseñas – Incluye generación y guardado de cuentas/contraseñas para cada web e integración con gestores externos (LastPass, Bitwarden, NordPass…) para quienes prefieran un software externo. También tiene inicios de sesión automáticos, muy cómodo. Todo esto funciona sin problemas.
- Certificados digitales – Leí acerca de una regla no escrita que dice: «Usa Firefox para relacionarte con la administración, Explorer para los sitios más vetustos y Chrome o cualquier otro para todo lo demás» y concuerdo. No obstante, con Brave puedo usar los certificados digitales que tengo en mi Mac sin problemas, uso muchísimos servicios de la administración pública y casi ninguno me falla. Alguno ciertamente casca, pero entonces abro Firefox o Safari y fin del problema.
- VPN incluida – Interesante, aunque es una opción de pago; yo uso una VPN independiente así que esta no la he probado.
- Acceso a la Red Tor – Una forma de enrutado alternativo para garantizar el anonimato, incluyendo el de las IPs, y la privacidad de los datos, que viajan siempre cifrados. Proporciona acceso entre otros a la darknet. No lo he usado mucho y casi siempre va muy lento, pero funcionar funciona y ahí está para quien lo necesite.
- IPFS – Es un acceso a una red y un protocolo alternativos el HTTP de toda la vida, más descentralizado si cabe. Por desgracia no he podido todavía estudiarlo a fondo ni probarlo aunque dicen que pinta bien.
Lo que le sobra: rewards, wallet, criptos, Web3, NFTs…
Además de ser principalmente un navegador web, Brave ha ido integrando otra tecnologías de lo más variado… Lo cual puede tener sentido o no tanto, dependiendo de los gustos de cada cual. Por ejemplo:
La idea de las Recompensas de Brave (Brave Rewards) es interesante: pagar a los propietarios de sitios por las visitas que reciben mediante propinas o micropagos. Pero todavía está en terreno utópico, principalmente por el hecho de de combinarla con los BAT (los Basic Attention Tokens, una criptodivisa a medida), que es técnicamente una buena solución, pero poco práctica.
Quienes tengan grandes sitios web y audiencias enormes pueden aspirar a recibir algunas migajas (damos fe, que lo hemos probado), pero para el común de los mortales es poco práctico: ¿quién va a ponerse a abrir una cuenta en criptodivisas, comprar BATs, etcétera, sólo para «repartir» como propinas entre los sitios que suele visitar? Una gran idea mal ejecutada, porque la fricción que supone es como la del papel de lija. Hubiera sido más fácil algo en saldo más mundano: Paypal, tarjetas regalo o simplemente dólares, suscripciones opcionales de varios precios o algo parecido. Lo mejor es que se puede simplemente ignorar todo esto y no usarlo, aunque en cierto modo es una pena porque si todo el mundo siguiera el ejemplo y lo usara habitualmente entraríamos en la utopía de los «micropagos por contenidos de calidad pagados de forma directa y transparente por los lectores».
También hay un icono de wallet cripto para conectar la llamada Brave Wallet con otras carteras y manejar Ethereum, Solana, NFTs… No diré que no solo no me fio (ya hubo varios pequeños escándalos, el mayor cuando se descubrió que la aplicación modificaba algunos enlaces para añadir códigos de afiliados a sitios cripto) sino que me parece algo completamente superfluo. Estamos hablando de integrar una wallet con accesos a recursos económicos que pueden ser importantes, algo que podría ser como integrarle una lista de bancos y cuentas corrientes al navegador: suena a mala idea. Mejor que cada cual se lo gestione desde su dispositivo independiente favorito, a ser posible una wallet fría. Yo todo esto lo tengo marcado como ocultar en los Ajustes y simplemente tampoco lo uso.
Hay muchas otras funciones que para mi resultan superfluas: ni personalizo la portada, porque una página en blanco siempre es más rápida, ni tampoco me interesan las Brave News, basurilla habitual hecha de refritos y clickbaits, ni el lector RSS, que es más bien pobre.
Otras cuestiones
Enrique Dans publicó varios artículos sobre su experiencia con Brave, en general muy positivos, aunque no sé si lo sigue usando habitualmente. Tanto a Dans como a mi nos interesa especialmente la ágil reacción de Brave ante cualquier cuestión relacionada con las cookies, la privacidad y las nuevas técnicas que utilizan las grandes empresas para esquivar los bloqueos. Toda una guerra de medidas y contramedidas donde Brave no está jugando nada mal.
El hecho de que Brave naciera en 2016, hace ya 7 años, y tenga detrás un buen equipo, capitaneado por Brendan Eich, creador de JavaScript y cofundador del Proyecto Mozilla, es también una buena garantía. También lo es el hecho de que sea un software multilingüe, que la traducción sea más que digna y que la sean capaces de generar nuevas ideas, aunque no sean para todo el mundo.
De momento a mi me proporciona justo lo que necesito: una forma más rápida y limpia de navegar, y lo que no necesito no lo uso. Suficiente para que permanezca mucho tiempo, como mi favorito sobre el resto de navegadores, que también uso en «segundo plano» aunque en mucha menor medida y por cuestiones puramente coyunturales.
Relacionado:
- El navegador Brave liquida de un plumazo los molestos «avisos de consentimiento de cookies» antes de que siquiera aparezcan
- Navegador: ábreme ese manojo de enlaces en cómodas pestañas
Lo que le sobra: rewards, wallet, criptos, Web3, NFTs…
Además de ser principalmente un navegador web, Brave ha ido integrando otra tecnologías de lo más variado… Lo cual puede tener sentido o no tanto, dependiendo de los gustos de cada cual. Por ejemplo:
La idea de las Recompensas de Brave (Brave Rewards) es interesante: pagar a los propietarios de sitios por las visitas que reciben mediante propinas o micropagos. Pero todavía está en terreno utópico, principalmente por el hecho de de combinarla con los BAT (los Basic Attention Tokens, una criptodivisa a medida), que es técnicamente una buena solución, pero poco práctica.
Quienes tengan grandes sitios web y audiencias enormes pueden aspirar a recibir algunas migajas (damos fe, que lo hemos probado), pero para el común de los mortales es poco práctico: ¿quién va a ponerse a abrir una cuenta en criptodivisas, comprar BATs, etcétera, sólo para «repartir» como propinas entre los sitios que suele visitar? Una gran idea mal ejecutada, porque la fricción que supone es como la del papel de lija. Hubiera sido más fácil algo en saldo más mundano: Paypal, tarjetas regalo o simplemente dólares, suscripciones opcionales de varios precios o algo parecido. Lo mejor es que se puede simplemente ignorar todo esto y no usarlo, aunque en cierto modo es una pena porque si todo el mundo siguiera el ejemplo y lo usara habitualmente entraríamos en la utopía de los «micropagos por contenidos de calidad pagados de forma directa y transparente por los lectores».
También hay un icono de wallet cripto para conectar la llamada Brave Wallet con otras carteras y manejar Ethereum, Solana, NFTs… No diré que no solo no me fio (ya hubo varios pequeños escándalos, el mayor cuando se descubrió que la aplicación modificaba algunos enlaces para añadir códigos de afiliados a sitios cripto) sino que me parece algo completamente superfluo. Estamos hablando de integrar una wallet con accesos a recursos económicos que pueden ser importantes, algo que podría ser como integrarle una lista de bancos y cuentas corrientes al navegador: suena a mala idea. Mejor que cada cual se lo gestione desde su dispositivo independiente favorito, a ser posible una wallet fría. Yo todo esto lo tengo marcado como ocultar en los Ajustes y simplemente tampoco lo uso.
Hay muchas otras funciones que para mi resultan superfluas: ni personalizo la portada, porque una página en blanco siempre es más rápida, ni tampoco me interesan las Brave News, basurilla habitual hecha de refritos y clickbaits, ni el lector RSS, que es más bien pobre.
Otras cuestiones
Enrique Dans publicó varios artículos sobre su experiencia con Brave, en general muy positivos, aunque no sé si lo sigue usando habitualmente. Tanto a Dans como a mi nos interesa especialmente la ágil reacción de Brave ante cualquier cuestión relacionada con las cookies, la privacidad y las nuevas técnicas que utilizan las grandes empresas para esquivar los bloqueos. Toda una guerra de medidas y contramedidas donde Brave no está jugando nada mal.
El hecho de que Brave naciera en 2016, hace ya 7 años, y tenga detrás un buen equipo, capitaneado por Brendan Eich, creador de JavaScript y cofundador del Proyecto Mozilla, es también una buena garantía. También lo es el hecho de que sea un software multilingüe, que la traducción sea más que digna y que la sean capaces de generar nuevas ideas, aunque no sean para todo el mundo.
De momento a mi me proporciona justo lo que necesito: una forma más rápida y limpia de navegar, y lo que no necesito no lo uso. Suficiente para que permanezca mucho tiempo, como mi favorito sobre el resto de navegadores, que también uso en «segundo plano» aunque en mucha menor medida y por cuestiones puramente coyunturales.
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