Por @Alvy — 18 de junio de 2012

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Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».

La Web lleva ya más de 20 años funcionando, pero para algunas cosas… ¡parece que nació ayer! Reconozcamos que por su peculiar forma de desarrollo al más puro estilo «caos organizado» el asunto era arriesgado y no cabía esperar gran cosa. Así que al menos ha sido una grata sorpresa que hayamos llegado asta aquí.

Sin embargo, ¡oh, calamidad! esas dos décadas no han servido para pulir todos los detalles básicos, así que ahí va una pequeña lista de esos problemillas técnicos, sociales y de concepto que, por una razón u otra, fallan todavía a día de hoy en un alto porcentaje de las webs que visitamos cada día.

¿Cuáles son los talones de Aquiles de un sinfín de sitios web?

  1. Buscadores internos que no funcionan. Todos sabemos cómo usar Google o Bing para encontrar lo que necesitamos en la Web, pero… cuando el buscador que una página web ofrece para buscar en su interior no funciona, no hay nada que hacer. Pocas situaciones hay tan desesperantes: buscadores lentos, que no reconocen caracteres especiales, que devuelven errores, duplican resultados, muestran interminables listas de resultados sin relevancia alguna, sin opciones para ordenar los resultados, búsquedas avanzadas tan inútiles como complejas… Y todo esto si hay suerte y existe la caja de búsqueda. Quien no se haya visto atrapado en uno de estos laberintos sin fin, que levante la mano. ¿La solución? Suele ser complicada; algunos han optado por una opción menos mala pero digna: incorporar el buscador de Google en su propias páginas y dejar que sea el famoso robot quien se encargue de todo. Algo es algo.
  2. Selectores de fechas inútiles. Nunca visitarás dos webs distintas en las que haya que seleccionar una fecha en el calendario de la misma forma. Cada web una incluye su peculiar selector y formato: calendarios desplegables, flechas para moverse, campos numéricos en los formatos más extraños… Las páginas más torpes son incapaces de prever que si vas a reservar un hotel o un viaje hay algunas fechas más convenientes que otras para empezar (por ejemplo, a partir de «mañana»); otras herramientas no permiten seleccionar una semana o mes completo, aunque sea lo más lógico en la aplicación. ¿No podría alguno de los desarrolladores de navegadores facilitar una etiqueta que mostrara el mismo tipo de calendario en cualquier aplicación? Sería de agradecer.
  3. Sitios donde se cuela el spam. Al igual que en los sistemas de correo no existe una solución definitiva, lo mismo ha venido sucediendo en los blogs, las redes sociales y casi cualquier sitio donde alguien pueda publicar contenido: la lacra del spam procedente de desgraciados queriendo vender cosas raras, timar a la gente o colar virus y troyanos. Un problema de tal magnitud que raro sería hoy en día un proyecto en el que no se diseñara de forma preventiva algún tipo de protección contra abusos de este tipo. Aunque existen diversas soluciones, ninguna es perfecta. ¿Llegará el día en que nos libremos de ello?
  4. Formas de contacto adecuadas. Este problema no solo afecta a las páginas personales o los blogs: hasta las grandes corporaciones padecen del mismo mal: no hablar por los mismos canales que sus visitantes o clientes. Quien haya interactuado –o lo haya intentado– con alguna página web intentando ponerse en contacto con los responsables sabrá bien cuál es el problema: dificultad en localizar quién está detrás de la misma, localizar un correo al que escribir, un Twitter al que preguntar… En el mejor de los casos se ofrece un formulario sencillo y sin apenas opciones (o peor aún: complicado y con opciones absurdas, no adecuadas para visitantes). Muchas veces los servicios más populares que está usando la gente para comunicarse (Twitter, Facebook…) ni siquiera existen. En fin, alguien se lo pierde.
  5. Seguridad básica insuficiente. Tanta campaña de prevención y concienciación para que luego suceda como en muchas páginas web: olvidas la contraseña, pides que te la recuerden… ¡Y te la envían por correo, ahí, en texto clarito clarito para que la veas! Eso quiere decir que está guardada en algún lugar del servicio remoto, sin cifrar, y que cualquiera con acceso en esa empresa puede verla… O alguien desde fuera robarla, que es peor (por no hablar de que te intercepten el correo, claro). Y esto no es que suceda en pequeñas webs, a nivel personal o de aficionados… incluso algunos grandes del comercio electrónico en España cometen a día de hoy el mismo error. [Lo correcto es enviar un enlace a la dirección de correo registrada, que permita al propietario resetear la contraseña y elegir otra.] Si tratan así las normas de seguridad más básicas… ¿podemos estar seguros de que harán lo correcto con nuestros datos y transacciones? Yo no lo tengo tan claro.

Cualquier sitio web puede mejorar notablemente con solo repasar estos cinco puntos y hacer todo lo posible por no caer en fallos tan habituales. Y, la verdad, aunque parezca obvio decirlo, no es nada fácil acertar siempre. Pero con ello no solo se consiguen sitios web mejores y una experiencia más satisfactoria para los usuarios; también se puede hacer más negocio, evitar problemas de seguridad, ahorrar en soporte y, en definitiva, dedicarse a otras cosas más importantes, sin «molestias en el talón».

{Foto: Browser (CC) Johan Larsson @ Flickr}

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