Eric Meyer es uno de los coautores de CSS: The Definitive Guide y el otro día publicó esta foto en Twitter con las tres últimas ediciones del libro. La cuarta es un pedazo de ladrillo de 1.016 páginas con, básicamente, «todo lo que se puede saber sobre CSS». En sus propias palabras:
Mi intención no era más que mostrar gráficamente cuán drásticamente se han ampliado las posibilidades de CSS desde la edición anterior y cuánto trabajo Estelle [la coautora del libro] y yo habíamos puesto (…) Curiosamente mucha gente contestó diciendo: «Este es el problema del front-end, lo rápido que aumenta su complejidad» (…)
Es cierto que CSS tiene hoy en día muchas más posibilidades que antes, pero también es cierto que viéndolo como «todo lo que se puede saber potencialmente sobre CSS» el asunto puede llegar a suponer todo un reto.
Es interesante leer las ideas de Meyer sobre lo que él en realidad llama la complejidad decreciente de CSS, en especial cómo argumenta que lo que aparentemente ha sido un gran cambio en realidad es un salto que –al menos a nivel de «manual»– abarca ni más ni menos que 11 años (de 2006 a 2017).
El hecho cierto es que lo que antes era imposible con CSS ahora es posible. Paradójicamente, eso aumenta la complejidad del lenguaje, pero también disminuye su complejidad a la hora de producir resultados. (Antes lo imposible se acababa pudiendo hacer con enrevesados trucos y código casi indescifrable). Quien tenga que diseñar y programar en CSS hoy en día y no arrastre herencias del pasado está más que de suerte.
Antes del CSS actual, nos recuerda, «no había gradientes, fondos múltiples, posicionamiento sticky, flexbox, grid, blending, filtros, transformaciones, animaciones ni queries». Ahora todo eso existe y permite hacer auténticas virguerías, aunque para muchos será mejor otro tipo de manual más de tipo resumen. Como termina diciendo, va siendo hora de preparar «La parte buena del CSS».