Por @Alvy — 10 de enero de 2016

Los costes de crear y mantener una aplicación web

La gente de Cushion realizó un interesante ejercicio en el que desglosaron los costes a la hora de crear y mantener una aplicación web a lo largo del tiempo. Se utilizaron a sí mismos como ejemplo; venden su aplicación para que los autónomos puedan gestionar su contabilidad, ingresos, previsiones, agendas, etcétera. El artículo puede leerse al completo en Running Costs.

El proceso de la creación de la aplicación cubre desde la idea inicial hasta el primer prototipo, las pruebas beta («la aplicación está terminada y no se añade nada, solo se corrigen fallos») y el lanzamiento. En el gráfico cada apartado lleva asignado un color y se puede ver cómo varía su coste con el tiempo; en el caso de Cushion fueron unos 20 meses en total. Junto a cada apartado una explicación permite entender por qué se eligió (o de desechó) cada componente del «total».

El resumen es que en el caso de Cushion necesitaron 8700 dólares (unos 8000 euros) para tenerlo todo funcionando a la perfección; el coste mensual acaba siendo de unos 400 euros al mes. Comparar esto con las extravagantes cifras que había que invertir en tecnología hace una o dos décadas asombraría a cualquiera.

Y no estamos hablando de una aplicación simple sin más: el cálculo incluye la compra de algún activo (como el dominio) pero también decenas de servicios muy baratos tanto de back-end (correo, certificados, herramientas de programación y trabajo en grupo) como de front-end (diseño y tipografías).

Una buena parte se la lleva la tecnología, lo cual significa que puede variar según las soluciones y la habilidad de los técnicos, pero también se incluyen necesitadas más mundanas pero no por ello menos importantes, como el coste del soporte técnico/CRM, algo de publicidad y material promocional.

Naturalmente, otro tipo de sitios tienen otro tipo de costes –sin ir más lejos los que dependen de contenidos y requieren principalmente mantenimiento y cambio– pero para las aplicaciones web este ejemplo puede resultar una buena guía de cara a «no dejarse nada».

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