Por @Alvy — 5 de febrero de 2020

Fama

Buscáis la fama, pero la fama cuesta. Y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor.

– Fama (serie de televisión, 1982)

Bruise Almighty se quejaba amargamente de que cuando hizo unas comprobaciones de sus cuentas sociales por motivos de trabajo recibió un PDF con 300 páginas, básicamente todos los tuits que a lo largo de su existencia en Twitter había marcado como «me gusta» y también todas las veces que dijo fuck.

Bruise Almighty

La empresa en cuestión se llama Fama (apropiada marca) y su web deja una sensación de repelús al verla: dicen que filtran a los empleados y potenciales nuevos empleados para evitar el «comportamiento tóxico en el lugar de trabajo». Algo que normalmente debería detectar un ser humano en una entrevista. Se automatiza tanto antes como después de la contratación.

Lo que hace Fama es analizar el comportamiento online que es público y aplicarle unos «algoritmos de inteligencia artificial» en busca de señales de racismo, acoso, etc. «según los valores éticos de cada compañía». Así se evitan riesgos, absentismo y «mejora la cultura productiva de la empresa». ¿Qué podría salir mal?

En España hemos tenido cientos de de problemas de reputación en los que personajes sociales, con más o menos fama, y especialmente políticos, han tenido que recular de su comportamiento online del pasado. El famoso borrado de tuits masivo antes de ser nombrado ministro, cambiar de empresa o cuando algo se vuelve viral por lo burro que ha sido lo que se ha dicho. También hay quien han visto cerradas sus cuentas, o han sido denunciados «en el mundo real» por insultos o cosas peores. Y también ha habido casos de gente despedida fulminantemente por lo que ha dicho en algún lugar de internet, sin muchos más miramientos.

A Carles Ponsi le sucedió algo en la misma línea pero diferente: envió un proyecto a una editorial y le contestaron que aunque les había gustado mucho no podían editarlo porque tenía muy pocos seguidores en redes sociales. En unos casos el problema es la mala fama, en otros la carencia de fama. Bienvenidos al siglo XXI.

Y es que el futuro puede ser a veces un poco distópico. No es raro compararlo ya con Nosedive, el ya legendario episodio de Black Mirror en el que la gente progresa en la vida si tiene «puntos de popularidad» o se hunde en la miseria si los pierde. Como el crédito social chino, vamos.

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