Por @Wicho — 24 de junio de 2009

Esta página fue publicada originalmente La Voz de Galicia, diario en el que nos han fichado como colaboradores para publicar una página sobre tecnología, ordenadores, Internet y esas cosas en la sección de Sociedad.

Ilustración por Edgardo CarosíaLa revolución de las comunicaciones,
La Voz de Galicia 21 de junio de 2009.

Los Premios Príncipe de Asturias aciertan al reconocer el trabajo de Martin Cooper y Raymond Tomlinson, dos científicos que abrieron camino en el mundo digital

Si en su momento la concesión a Google del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades del 2008 no me pareció acertada del todo, lo cierto es que, en cambio, la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica a Martin Cooper y Raymond Tomlinson me parece un premio merecido, aunque, como siempre que se personaliza en alguien este tipo de cosas, se corre el peligro de olvidar que en realidad estas personas trabajaban en equipo, así que valga este premio como reconocimiento del trabajo de todos ellos.

De ordenador a ordenador
En el caso de Ray Tomlinson, casi siempre que se le menciona es para comentar como él fue quien allá por 1971 decidió utilizar la arroba (@) como parte de las direcciones de correo electrónico, pero, aunque es cierto que él fue quien escogió la arroba, en realidad su aportación a la historia de Internet es mucho más importante que eso.

Tomlinson ya había escrito unos programas para enviar y recibir correo electrónico, SNDMSG y READMAIL, pero estos tenían la peculiar limitación, al menos para lo que estamos acostumbrados a hacer hoy en día, de que solo servían para enviar y recibir correos entre los usuarios de un ordenador determinado, algo que tampoco es de extrañar, ya que hasta entonces lo normal era que ningún ordenador estuviera conectado a una red ni mucho menos a otros ordenadores.

La necesidad de usar la arroba u otro signo dentro de las direcciones de correo electrónico surgió de la idea que se le había ocurrido de que, aprovechando que los ordenadores empezaban a estar conectados a la ARPANet (la red precursora de Internet), los usuarios del correo electrónico pudieran enviar mensajes no solo a otros usuarios del mismo ordenador, sino también a usuarios de otro ordenador, lo que en aquel momento era una idea revolucionaria. Fue, para poner un ejemplo más cotidiano, como si a alguien se le hubiera ocurrido la forma de que los abonados telefónicos de una provincia pudieran llamar a los de otra o de que los abonados de una empresa de telefonía móvil pudieran enviar SMS a los de otra. Para ello Tomlinson escogió la arroba porque en inglés se lee como at, porque además era fácil de teclear en el terminal que estaba usando en esos momentos, y, en sus propias palabras, porque fue «el primero en llegar» y pudo escoger.

Así, las direcciones de correo electrónico tomaron la forma de pepito@maquinon (los dominios .com y similares a los que estamos ahora tan acostumbrados vinieron después), con lo que ya era posible distinguir a diferentes Pepitos que usaran diferentes máquinas y los programas de correo electrónico aprendieron a enviar los correos al Pepito adecuado gracias a la parte que está detrás de la arroba. Y esto de poder escribirse para contarse cosas y mantenerse en contacto, mucho más que la idea original de poder compartir ordenadores y recursos con la que se creó Internet, fue la primera killer app de la Red, expresión inglesa que se usa para definir una aplicación que triunfa de tal modo que justifica el uso de una tecnología determinada.

Martin Cooper, por su parte, trabajaba para Motorola cuando el 3 de abril de 1973 realizó desde una calle de Nueva York la que se considera la primera llamada a través de un teléfono móvil portátil de la historia, aunque lo de portátil fuera relativo en un aparato que pesaba un kilogramo, llamada que hizo además al Dr. Joel S. Engel, director de investigación en Bell Labs.

Adelantado a su tiempo
Es cierto que en su momento parecía una solución adelantada a su tiempo o una solución en busca de un problema, como muchas veces sucede en el campo de la tecnología, pero la reducción de tamaño de los terminales, que de una especie de maletines han pasado a ser dispositivos que caben en un bolsillo y aún sobra espacio, la reducción de precios de estos, casi también proporcional a la de su tamaño, la reducción de las tarifas, y cosas como poder disponer de un número de teléfono universal que se puede utilizar prácticamente en cualquier país del planeta, algo que hace no muchos años nos sonaba a ciencia ficción, han hecho que hoy en día la telefonía móvil sea más popular que la telefonía fija.

De hecho, en España, según cifras publicadas el 31 de marzo del 2006, hay más teléfonos móviles que personas, aunque es cierto que en esto no se está teniendo en cuenta los que ya no se usan o que en algunos casos hay personas que, además de un móvil, usan un módem 3G para conectarse a Internet con el ordenador.

En cualquier caso, no es raro ver cómo en algunos domicilios ya no se instala una línea de teléfono fija en favor del uso de los móviles.

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