Por @Wicho — 4 de septiembre de 2012

Lo cuenta David Bravo en La Comisión Sinde desde dentro: los desmanes son para el verano, pero en resumen:

  • La Sección Segunda de la Comisión de Propiedad Intelectual insiste en realizar sus comunicaciones vía electrónica aún a pesar de que el sistema presenta numerosos problemas. De hecho al final David se vio obligado a usar un ordenador para enviar escritos y otro para recibirlos.
  • Aún habiendo conseguido enviar finalmente sus alegaciones, la Sección Segunda las ignoró: «Las notificaciones que me llegaron, que ignoraban completamente mis alegaciones como si nunca las hubiera realizado, me demostraron que el derecho que me estaban dando era el de hablar con un teléfono descolgado.»
  • Por si esto fuera poco, la Sección Segunda insiste en que uno de los clientes de David demuestre que no administra determinada página, algo que se conoce como prueba diabólica, un tipo de prueba que según dice la Wikipedia «es rechazada por los tribunales modernos sujetos al Estado de Derecho y a los procedimientos garantistas».
  • Etc…

Y por supuesto, nada de contestar a los requerimientos de que sean identificados los miembros de la Sección Segunda para poder ejecutar, eventualmente, el derecho de recusación que asiste a aquellos contra los que actúa esta.

Citando a David una vez más en su Síntesis de la Ley Sinde:

La industria del copyright movió un dedo y se enviaron cartas advirtiendo de acciones legales. Cuando las cartas se ignoraron, la industria movió un dedo y se interpusieron las acciones judiciales. Cuando los jueces resolvieron en favor de denunciados y demandados, la industria movió un dedo y se recurrieron las resoluciones. Cuando volvieron a perder en los juzgados, la industria movió un dedo y desaparecieron los jueces.
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