Por @Wicho — 28 de febrero de 2009

Llevo unas semanas dando unas sesiones de formación a varios grupos de profesores sobre esto de la tan traída y llevada Web 2.0, redes sociales, y demás, y una de las cosas en las que hago especial hincapié es en cuanto debemos contar de nosotros en Internet, y en especial que intenten transmitir la idea a sus alumnos de que a menudo es recomendable guardarse según qué cosas porque nunca sabemos quién las encontrará y que uso puede hacer de ellas.

La historia que cuenta Seth Godin en anotación Personal branding in the age of Google es un ejemplo perfecto de esto.

Según parece una amiga suya buscaba asistenta, por lo que puso un anuncio en Craiglist. De los currículos recibidos en respuesta a su petición seleccionó los tres que le parecieron más interesantes y procedió a buscar en Google los nombres de las tres personas en cuestión:

  • De la primera encontró una página en MySpace en la que hay una foto de esta persona bebiendo cerveza a través de un embudo; en primer lugar entre sus hobbies figura el beber sin control.
  • La búsqueda del nombre de la segunda persona seleccionada la llevó a un blog en el que la entrada más reciente decía que estaba presentándose a trabajos claramente inferiores a sus capacidades y que en cuanto vendiera algunos de sus cuadros los dejaría.
  • La tercera persona sólo aparece mencionada seis veces en Google, pero la sexta mención decía que había sido arrestada por robar en una tienda dos años antes.
Evidentemente, no contrató a ninguna de las tres.

Y ojo, que aunque la amiga de Seth haya encontrado esta información sobre esas tres personas a través de Google, la culpa no es, obviamente, del buscador.

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