@Karlicoss está llevando a cabo un interesante ejercicio que puede resultar en principio un tanto extraño, pero que tiene mucho sentido: trazar un mapa de su infraestructura de datos personales. Y es que hay gente peculiar a la que le gusta recolectar obsesivamente todos sus datos digitales: a qué tuits contesta, a qué publicaciones de Facebook le da «me gusta», qué fotos comparte en Instagram, sus mensajes de WhatsApp y Telegram, etcétera. Almacenando todo esa información se tendría una especie de copia de toda la vida digital del individuo, que hoy en día supone un buen porcentaje de la VidaReal™.
Aunque esto puede resultar un tanto chocante en una época en la que también se lucha por la privacidad y salvaguardar los datos personales, hay gente a la que esto le da un poco igual. O que considera que puede recopilar toda esa información sobre sí mismos y guardarla a buen recaudo. Sea como sea, Karlicoss está de momento recopilando las fuentes de datos y la forma de acceder a ellas para luego archivarlas e interactuar cuando le apetezca.
Con su proyecto se aprenden cosas sobre liberación de datos, lo efímeros que son los contenidos de las redes sociales (que muchas veces desparecen) y cómo funcionan las API (interfaces de programación) de los diversos servicios, desde Telegram a Discord, Google, Instapaper o Reddit.
Sabemos de gente como Stephen Wolfram que le dedica parte de su tiempo tanto a la captura como al análisis de esos datos. Es algo que tampoco es nuevo: encaja con el concepto del «yo cuantificado» que a mediados de los 2000 se popularizó con los gadgets como los smartphones, las pulseras medidoras de actividad y la llegada de las redes sociales. A Chris Anderson, de hecho, la pareció una idea fallida y es que parte del problema, como ha comprobado Karlicoss, es que cada sistema es «de su padre y de su madre» y no hay una plataforma común que unifique y facilite las cosas. Todo se andará.
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